¿Practicas la generosidad? ¿Qué siembras a tu alrededor?

practicas la generosidad

Esta semana quiero reflexionar sobre la generosidad y sobre la importancia de lo que compartimos con los demás. Ya sabéis que, como siempre digo, la vida es como el eco y te devuelve todo lo que le das. Así que os formulo una pregunta para la reflexión:

  • ¿Os habéis parado a pensar en lo que compartís, en cómo os dais a los demás, en qué parte de vosotros ofrecéis a los que os rodean?

Y, como cada semana, he buscado una pequeña historia para que nos ayude a comprender mejor el sentido de este post. El cuento se titula ‘Las mejores semillas’:

“Un agricultor, con apenas estudios ni preparación, participaba todos los años en la principal feria de agricultura de su ciudad. Lo más extraordinario es que siempre ganaba año tras año el trofeo ‘maíz del año’. Entraba con su maíz en la feria y salía con la faja azul recubriendo su pecho. Su maíz era cada vez mejor.

En una ocasión en la que se había alzado vencedor, un reportero de televisión abordó al agricultor después de la tradicional colocación de la faja de campeón. Cuando le preguntó acerca de su método de cultivo, el periodista quedó muy sorprendido con lo que le dijo el agricultor sobre cómo acostumbraba a cultivar su calificado y valioso producto. El reportero descubrió que el agricultor compartía buena parte de las mejores semillas de su plantación de maíz con sus vecinos.

– ¿Cómo puede usted compartir sus mejores semillas con sus vecinos, cuando ellos están compitiendo directamente con usted?, le interrogó el periodista muy asombrado.

El agricultor respondió:

– ¡Es simple! El viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo. Si mis vecinos cultivaran maíz inferior al mío, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarlos a cultivar el mejor maíz, cediendo a ellos las mejores semillas.”

Y vosotros, ¿compartís con vuestros amigos, vecinos, familia, las mejores semillas? ¿Sois capaces de reservar lo mejor para los que os rodean?

No quiero que penséis sólo en bienes materiales. ¡No! En ocasiones nos es mucho más fácil dar algo material, comprado en un momento, que ofrecer tiempo, amor, cariño, consuelo o compañía en el momento en el que nuestros amigos, vecinos, familia o compañeros de trabajo lo necesitan.

¿Sabéis cuánto vale una palabra amable en un momento determinado?

¿Cuánto valen unos minutos de nuestro tiempo en una vida abocada a la soledad?

¿Cuánto supone un abrazo, una caricia, o, simplemente, un momento de escucha…?

Compartir lo mejor de uno mismo es importante. No sólo por el bien que provocamos en los demás sino por la satisfacción y el bienestar que nos produce el haber sido capaz de ayudar a alguien. Si el agricultor del cuento no hubiera repartido sus semillas ¿qué creéis que habría pasado? ¿hubiera tenido esa serie de cosechas fantásticas? Pues bien, cuando nosotros repartimos las mejores semillas también conseguimos nuestra propia y excelente cosecha. ¡Sí! Cuando compartimos nuestra mejor cara con los demás, cuando prestamos apoyo, amor, ayuda…, en definitiva, cuando somos generosos, activamos los niveles de la llamada hormona de la ‘felicidad’, la oxitocina. Así lo han demostrado diversos estudios científicos. Y seguro que vosotros también lo habéis experimentado… ¿cómo os sentisteis aquel día que ayudasteis a un amigo con ese trabajo complicado? ¿Qué experimentáis cuando acompañáis a vuestros mayores a una visita médica o les ayudáis con las tareas del hogar? Esa sensación de sentirnos satisfechos nos hace un poco mejores ¿verdad?

Ya habéis visto que todo son ventajas:

-Creamos un mundo más amable (la generosidad se contagia).

-Ayudamos a los que más lo necesitan (de forma desinteresada).

-Nos sentimos más felices y satisfechos con nuestra vida (generamos mayores niveles de oxitocina).

En definitiva, nuestro día a día y el día a día de los que nos rodean es un poco mejor…

Os invito a practicar la generosidad y a ser muy conscientes de lo que experimentáis al hacerlo. Os aseguro que el que practica la generosidad, el que da lo mejor de sí, posee una vida mucho más rica, más plena, mucho más feliz…

Y si ser generoso es la clave de una vida más feliz y saludable, ¿a qué estáis esperando? ¿Os animáis a practicar la generosidad? ¿A repartir las mejores semillas con los que os rodean?   

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