Comunicación. ¿Prestas atención a lo que comunicas?

Comunicación. ¡A veces nos cuesta!, ¿verdad? Damos por hecho cosas porque no nos detenemos a escuchar a la otra persona, o simplemente, porque no preguntamos. Y, si lo hacemos, no con la pregunta adecuada.
¿Os habéis dado cuenta de lo importante que es la comunicación en el día a día? En la empresa, en la familia, en las relaciones sociales… Esta semana os invito a reflexionar acerca de la comunicación. Para comenzar, comparto con vosotros la historia de ‘La caja de galletas’ que, alguno de vosotros conoceréis, pero que no me he resistido a traer a este post por las preciosas reflexiones a las que nos lleva.
“Una joven estaba esperando a que llegara su vuelo en una sala de espera de un gran aeropuerto. Como debía esperar muchas horas, decidió comprar un libro para matar el tiempo. También compro un paquete de galletas para hacer más dulce la espera. Se sentó en un asiento en la sala del aeropuerto para poder descansar y leer en paz. Al lado del asiento donde estaba la bolsa de galletas se sentó un hombre que abrió una revista y comenzó a leer. Cuando ella tomo la primera galleta, el hombre también cogió una. Ella se sintió indignada, pero, por timidez, no dijo nada. Para sus adentros pensaba: «Pero, que descarado, si pudiera le daba un buen golpe para que nunca vuelva a aprovecharse con ese descaro de alguien».
Cada vez que ella cogía una galleta, el hombre hacía lo mismo. Esta situación la dejaba tan indignada que no conseguía reaccionar. Cuando quedaba apenas una galleta, pensó: «A ver ahora qué hace este abusador». Entonces, el hombre dividió la última galleta por la mitad, dejando la otra mitad para ella. ¡Ah! ¡Aquello era demasiado! La joven se puso a resoplar de la rabia que sentía. Entonces, cerró su libro y sus cosas y se dirigió a la puerta de embarque. Cuando se sentó confortablemente en su asiento, ya en el interior del avión, miró dentro de la bolsa y, para su sorpresa, su paquete de galletas estaba allí… ¡todavía intacto, cerradito!! Sintió tanta vergüenza. Solo entonces percibió lo equivocada que estaba, había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso. ¡Qué vergüenza sentía ahora!
El hombre había compartido sus galletas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado, mientras ella quedo muy trastornada, pensando que estaba compartiendo las de ella con él. Y no había tiempo para explicaciones… ni para pedir disculpas porque el hombre no estaba en ese vuelo”.
¿Os imagináis? ¿Cuántos de nosotros nos hemos dado cuenta de tarde de una equivocación por no observar, por no comunicarnos, por no escuchar…? ¡Sí! Porque para ser un buen comunicador, para que exista una buena comunicación con las personas que nos rodean, uno de los principales requisitos es ‘saber escuchar’. ¡Qué difícil a veces!, ¿verdad? Poner los cinco sentidos en lo que nuestro interlocutor nos está diciendo, no dar por hecho cosas, escuchar para comprender y entonces, y sólo entonces en función de lo escuchado, decidirte a hablar.
Pero también es importante saber preguntar. Y, para ello, hay que conocer a la persona a la que hablamos. Cuando trasladamos esto a la empresa y pensando en actuar como un buen líder de equipos creo que son indispensables ciertos puntos para establecer una buena comunicación:
- El primero de todos ya os lo he adelantado. Escuchar. Insisto. Si no escuchamos ni siquiera sabremos cuáles son las dudas que nos están planteando. Ni en qué podemos ayudar y cómo. Escuchar, además, es fundamental para el siguiente punto.
- ¡Qué importante es conocer a la persona con la que estamos hablando! Saber cuáles son sus inquietudes, sus temores, sus fortalezas… Al conocer a esa persona y al conocer lo que nos plantea: ¡vamos a dotarnos de herramientas para poder ayudar en ese proceso!
- No dar nada por hecho. Esa postura es el enemigo número 1 de una buena comunicación. Porque cuando damos algo por hecho nos estamos cerrando a las posibles versiones, a las variaciones sobre un mismo asunto… estamos negando una parte de la realidad que no vemos, precisamente, porque ‘nuestra verdad’ es otra. Son nuestras galletas, ¿recuerdas?, y ni siquiera nos planteamos que puedan ser de la otra persona.
- Aportar valor. En una conversación es maravilloso ser capaz de aportar valor. Hablaba Sócrates del triple filtro en una historia que decía más o menos así:
Cuentan que un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
- Espera un minuto -replicó Sócrates-. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro. ¿Triple filtro?
- Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir, es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.
- El primer filtro es la verdad ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
- No -admitió el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y…
- Está bien -dijo Sócrates-. Entonces realmente no sabes si es cierto o no. El segundo filtro, el filtro de la bondad ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, por el contrario…
- Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. El tercer filtro de la utilidad ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, la verdad es que no.
- Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no es útil ¿para qué querría saberlo?
- Respetar lo que la otra persona piensa y no tratar de imponernos. No se trata de eso. Se trata de conseguir una comunicación fluida para alcanzar un acuerdo que nos conduzca a un buen fin conectando ambos por medio de la comunicación.
Y vosotros, ¿os atrevéis a analizar vuestra forma de comunicar y a mejorar vuestros procesos comunicativos en vuestro ámbito laboral y personal? ¿Os animáis a escuchar, conocer y respetar a los demás? ¿Mejoramos la comunicación?