Comunicación constructiva. ¿Conoces sus ventajas?

Comunicación constructiva. ¿Sabes lo que es? ¿Conoces sus ventajas? Como ya os he comentado en anteriores posts, nuestra comunicación es muy importante. Hay que cuidarla y, sobre todo, utilizarla para generar, entre otras cosas, una muy importante: la empatía.
Esta semana quiero que reflexionemos acerca de este tipo de comunicación, la que nos lleva a contribuir en la eficacia de un proceso, la que puede ayudar a un equipo de trabajo a ser más productivo y la que trabaja nuestra empatía con los demás.
Para comenzar os invito a leer este cuento que nos puede acompañar en esta reflexión acerca de la comunicación para construir. Su título es ‘La cucaña imposible’ y dice así:
“En un pueblo, un día se organizó una gran prueba. Se instalaron cincuenta mástiles de madera lisos de 10 metros de altura que luego se cubrieron de grasa. El reto para los participantes consistía en llegar a lo alto de la cucaña alzando una carga adicional equivalente al peso de cada individuo.
Viendo la dificultad de la prueba, los habitantes del pueblo miraban a los participantes y comentaban en voz alta:
- “Eso es imposible, ninguno lo puede conseguir, no pasarán de dos metros”.
A medida que los 50 candidatos intentaban desesperados trepar por el palo y no conseguían elevarse, las afirmaciones del público cogían más fuerza:
- “¿Veis? no lo va a conseguir nadie, esta prueba es imposible”.
Rápidamente, la mayoría de los participantes dejó de intentarlo. Pero un grupo de una decena conseguía muy poco a poco elevarse con su pesada carga a lo largo del mástil resbaladizo.
Viendo el tremendo esfuerzo de los que seguían, el público volvió a comentar.
- “Apenas han ganado terreno. Se están cansando para nada. Estos mástiles son demasiado largos. Nadie lo puede conseguir”.
A los pocos minutos, casi todos los candidatos que quedaban se desanimaron y abandonaron. Solo quedo un hombre. Bajo las miradas atónitas del público, un señor de pequeña complexión avanzaba poco a poco y con gran esfuerzo hacia la cima.
Cuando llegó a mitad de camino, mostrando un gran cansancio, los espectadores comentaban:
- “Ha demostrado ser muy valiente y luchador. ¡Qué pena que no le vaya a servir para nada! Ya está muy cansado. Debería dejarlo ya. Mejor abandonar ahora que cuando esté totalmente agotado y se arriesgue a caer y herirse”.
Pero el hombre siguió, y después de un tremendo sacrificio, consiguió llegar a lo alto del mástil. Cogió la bandera que representaba su logro y se dejó deslizar hacia abajo.
Enseguida la muchedumbre le rodeó y le preguntó:
- “¿Cómo lo ha hecho?”
El hombre no respondió. Era sordo”.
¿Os dais cuenta de lo importante que es lo que nos decimos y lo que comunicamos a los demás? ¿Creéis que era necesario que el público que se había congregado para asistir al concurso lanzar ese tipo de mensajes tan negativos? ¿Verdad que no? Pues, en ocasiones, sin darnos cuenta, nosotros somos como ese público. Desanimamos a los demás precipitándonos en las conclusiones y creando problemas que no existen, solo porque nosotros lo vemos así. Sin contar con lo que está haciendo o sintiendo el otro.
¿Os parece que cambiemos esa forma de comunicar y que nos centremos en la comunicación constructiva? Os aseguro que los que nos rodean en el trabajo, en nuestra familia y en nuestro día a día lo agradecerán, pero no solo ellos, nosotros también comprobaremos los beneficios de este tipo de comunicación porque al fijar ese mensaje constructivo en lo positivo, sin obviar lo que hay que mejorar, nos estamos diciendo que sí, que se puede, que podemos hacerlo. Y así -desde esta perspectiva positiva y esta comunicación constructiva- será más probable y motivador intentar cambiar aquello que creamos necesario mejorar.
La principal característica de este tipo de comunicación que os pido que practiquéis es que busca reparar y solucionar. Pone el foco en la confianza en la otra persona y en la manera de ayudarla a conseguir su objetivo. ¿No creéis que todo hubiera sido diferente si en lugar de utilizar términos que desanimaban al competidor se hubieran lanzado mensajes de ánimo? Seguro que sí. Quizás, muchos de los participantes hubieran llegado más lejos, no hubieran abandonado a la primera de cambio y se habrían sentido mucho más satisfechos, más plenos, ¿no os parece?
Pues os pido que en vuestra comunicación pongáis especial atención a la hora de lanzar este tipo de mensajes. Y, para ello, quiero comentaros algunas claves que a mí me ayudan a diario.
- Prepárate bien lo que vas a decir. Cuando tengas una reunión de trabajo, ten muy claro el mensaje que quieres transmitir. Y cuando se trate de una reunión en el ámbito más personal e improvisada piensa antes de lanzar cualquier mensaje. Y, si has de permanecer en silencio, si has de detenerte a pensar ¡hazlo! No temas a los silencios. Muchas veces son mejores que una respuesta precipitada.
- ¡Y hazlo de forma activa! ¿Verdad que en ocasiones damos nuestra opinión sin haber escuchado de verdad lo que nuestro interlocutor tiene que decirnos, sin conocer en profundidad el verdadero problema que se nos plantea? Escuchar activamente es estar pendiente de lo que el otro dice. Supone, además, ser empático, ponernos en el lugar del otro… sólo así conseguiremos construir nuestra opinión, incluso, cambiarla, si lo que hemos escuchado de nuestro interlocutor, de verdad, supone una mejor opción que la nuestra. ¡Casi nada!
- Evita la ofensa y la crítica destructiva. ¿De qué vale insultar, ofender o criticar al interlocutor o una acción que haya realizado? ¿De verdad con la crítica destructiva vas a conseguir una mejora en el problema o en la situación que se nos plantea? Siempre es mejor utilizar un lenguaje cercano, positivo y practicar la comprensión. Entender desde qué punto de vista nos está hablando el otro, a veces sin tener que compartir sus opiniones o visión, pero sí comprendiendo desde dónde plantea su posición. Solo así estaremos construyendo algo, estaremos consiguiendo reparar o solucionar algún problema.
Y ¡esto es la comunicación constructiva!, la que es capaz de ayudar, de solucionar, de reparar…
¿Os animáis a revisar vuestros procesos comunicativos? ¿Os sumáis a la comunicación constructiva?