Oportunidad. ¿Y si ahora es el momento?
Oportunidad. ¿Cuántas veces has pensado que no podías más y no solo has conseguido salir de esa situación complicada, sino que, además, has salido fortalecido de ella?
¿Cuántas veces cuando estabas a punto de ‘tirar la toalla’ ha aparecido ese ángel de la guarda que te ha dado una segunda oportunidad?
¿En cuántas ocasiones has dejado pasar esa oportunidad por pereza, desaliento o miedo?
Como habréis adivinado, la reflexión de hoy es sobre la oportunidad. ¡Sí! Sobre esa oportunidad que tenemos cada día de hacer de nuestra vida -y de la de los demás- un lugar mejor, más apacible…
Os invito a leer el siguiente cuento del que desconozco el autor, pero que habla de segundas oportunidades.
“Había una vez un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran casa con una piscina enorme y varias habitaciones, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo: su heredero.
Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos.
Su padre siempre le advertía que sus amigos sólo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían.
Un día, el viejo padre, ya avanzado en edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo.
Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: ‘Para que nunca desprecies las palabras de tu padre’.
Mas tarde, llamó a su hijo, lo llevó hasta el establo y le dijo:
- Hijo mío, yo ya estoy viejo y, cuando yo me vaya, tú te encargarás de todo lo que es mío… Y yo sé cuál será tu futuro como no cambies ahora. Vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sustentarte y, cuando no tengas más nada, tus amigos se apartarán de ti. Solo entonces te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado. Por eso construí esta horca para ti. Porque si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella ¿Me lo prometes?
El joven se rio, pensó que era un absurdo, que eso jamás sucedería…así que le hizo la promesa a su padre.
El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, y así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad.
Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir:
- Ah, padre mío… Si yo hubiese escuchado tus consejos… Pero ahora es demasiado tarde.
Apesadumbrado, el joven levantó la vista y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llenas de polvo, y entonces pensó:
- Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero al menos esta vez haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más…
Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó:
Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad…
Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta… Era el fin.
Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente, cayendo el joven al piso.
Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes…
La horca estaba llena de piedras preciosas. Entre lo que cayó encontró una nota.
En ella estaba escrito:
Esta es tu nueva oportunidad.
¡Te amo mucho!
Con amor, tu viejo padre”.
La oportunidad de nuestra vida, ¡puede presentarse en cualquier momento! Y, por eso, debemos estar abiertos y muy despiertos para no dejarlas escapar. No me gustan esos pensamientos que hablan de perder el último tren o de el temor de dejar pasar el tren porque no vendrá otro… Porque, mientras estamos vivos ¡tenemos nuevas oportunidades! ¡Os lo aseguro! Pero es muy importante ser receptivo y ¿por qué no? ¡También valiente!
Porque hay que ser muy valiente para lanzarse a por esas nuevas oportunidades que se nos presentan. ¿Qué vamos a sentir miedo? ¡Por supuesto! ¿Qué no tenemos la seguridad de que saldrán bien? ¡También! Pero ¿creéis que es mejor dejarlas pasar, desaprovecharlas…?
Dicen que de lo que una persona se arrepiente cuando está en el final de su vida es de las cosas que no ha hecho, no de las cosas que le han costado o en las que se ha equivocado y supo reconducir. ¿A qué esperamos entonces para tomar la oportunidad con toda la pasión que tengamos? En este principio de curso, en este momento de tantas incertidumbres en el ámbito mundial, hemos de ser capaces de ver las oportunidades que se nos presentan. Algunas nos harán mejores personas, como le ha ocurrido a ese matrimonio que regenta un pequeño asador de pollos en un pueblo de Almería y que podéis leer aquí Un pequeño asador reparte pollos a quien los necesite por una frase que lo cambió todo: “Me lo dijo entre lágrimas” | Actualidad | Cadena SER . Las dificultades les hicieron dar un paso que les convirtió en mucho mejores personas. No tuvieron miedo a perder dinero, a trabajar de más sin cobrar porque ahora reciben mucho más de lo que dan.
Y tú, ¿qué oportunidad no piensas dejar pasar este nuevo curso que empieza? ¿Te atreves a lanzarte a por ella?