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Para ser más resiliente, necesitas raíces fuertes

Esta semana quiero reflexionar en mi post acerca de la importancia de prestar atención a cada paso que damos, a cada decisión que tomamos, porque de todo ello dependerá después el resultado que obtengamos y nuestra capacidad de afrontar situaciones difíciles. Y para comenzar, quiero contaros una historia. He escogido un cuento titulado ‘La vida es un jardín’, cuyo autor desconozco pero que me parece muy adecuado para acompañar esta reflexión.

“En una pequeña aldea de los Alpes Suizos, Hans, un simpático anciano de más de 80 años, jardinero de profesión, se había convertido en la atracción de los turistas. Su aspecto bonachón, su buen humor, y sobre todo, su sabiduría natural, hacían que todos quisieran pasar un tiempo con él mientras trabajaba la tierra y mantenía los jardines de la plaza del pueblo.

Un día, llegó un grupo de ejecutivos, de paso hacia una convención. Atraídos por la belleza de la aldea decidieron dar un paseo y, de regreso, descansaron en la plaza. Al ver a un grupo de niños, jóvenes, adultos y ancianos, se acercaron a ver qué pasaba.

Y allí, en el centro del grupo, estaba Hans, respondiendo las preguntas que le hacían, con parábolas sobre su profesión de jardinero y la vida.
En el momento en el que llegaban al grupo, escucharon a Hans decir:

-La vida es un jardín. Lo que siembres en ella, eso te devolverá. Así que elige semillas buenas, riégalas con atención y mimo, y con seguridad tendrás las flores más hermosas.

Cada acto, palabra, sonrisa o mirada, es una semilla. Procura que tu semilla caiga en el surco abierto del corazón de los hombres y vigila muy de cerca y con mucho mimo su crecimiento. Procura, además, que sea como el trigo que da pan a los pueblos, y no produce espinas o cizaña que dejan estériles las almas.

Muchas veces sembrarás con dolor, pero esa siembra traerá frutos de gozo. A menudo sembrarás llorando, pero ¿quién sabe si esa semilla no necesita del riego de tus lágrimas para germinar?

No tomes las tormentas como castigos. Piensa que los vientos fuertes harán que tus raíces se hagan más profundas, para que tu planta resista mejor todo lo que tiene que venir.

Y, cuando tus hojas caigan, no te lamentes; serán tu propio abono, reverdecerás y tendrás flores nuevas con las que adornar tu maravilloso jardín.
El grupo de ejecutivos se marchó de la aldea hacia la convención con un gran aprendizaje que aplicar a sus vidas y a sus negocios.”

¿Y si, a partir de ahora, nos replanteamos nuestra vida como si cuidáramos un jardín? ¡AFIANZA TUS RAÍCES! ¿Y si conseguimos que nuestras raíces, como dice el cuento, sean más profundas, más fuertes y capaces de soportar cualquier tormenta? Tal vez, de la tormenta obtengamos el abono para reverdecer y hacer crecer flores nuevas. Es lo que hemos llamado resiliencia: la capacidad que tienen algunas personas de asumir las dificultades como una oportunidad para crecer…
¿Eres una de ellas?

Para saberlo, respóndete a esta pregunta:
· Cuando todo se desmorona a tu alrededor, en medio de una situación compleja, ¿eres de las personas que se martiriza pensando que nada puede ir peor? ¿Te machacas imaginando todo lo malo que todavía puede venir? ¿O intentas encontrar algún apoyo -por pequeño que sea- para intentar salir de esa situación, tomas decisiones y actúas al respecto?
¡No es fácil!, ¿verdad?

Para llegar a esto, para conseguir una actitud resiliente ante la vida tenemos que haber cumplido perfectamente el resto de fases que el jardinero explica en la historia para tener un maravilloso jardín:

1. Elige las mejores semillas. Lo que significa que sembremos nuestra tierra con semillas de amor, gratitud, solidaridad, cercanía y generosidad… en definitiva, con valores sólidos.

2. Cuida de las personas que más lo necesitan. Las que están esperando esas semillas para hacerlas crecer. Rodéate de personas con bondad natural y contagia con tu siembra a todos los que puedas, porque ellos son la tierra fértil que colaborarán en que tengamos un magnífico jardín todos.

3. No desesperes. Como dice el jardinero, muchas veces sembrarás con dolor o con lágrimas en los ojos. Y necesitarás doble esfuerzo para conseguir resultados. ¡Lo más seguro es que la gratificación que te produce el trabajo bien hecho, compensará con creces el sacrificio realizado!.

De esta manera, cuando llegue la tormenta ya habrás conseguido unas raíces profundas y fuertes, bien asentadas en la tierra fértil, y las sacudidas no harán más que afianzar tus valores y tu confianza en tu proyecto de vida. Y a pesar de que las hojas caigan, a pesar de las dificultades, serás capaz de intentar crear con todo lo sembrado un resultado lo más beneficioso posible para crecer, aprender y hacerte más RESILIENTE.

Y tú, ¿te atreves a tener unas raíces fuertes para cuando llegue la tormenta?