Atesora lo bueno
Atesora lo bueno y deshazte de lo que te impide avanzar. Esta es la reflexión de esta semana en la que ya estamos de lleno en el verano, un verano atípico, pero que nos puede servir para reflexionar acerca de los tesoros que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida: momentos, amistades, familia… y también sobre todo aquello que nos impide seguir avanzando. ¿Os animáis a reflexionar conmigo?
Como siempre, he elegido un cuento que puede ayudarnos en esta tarea. Una antigua leyenda acerca de tres hombres.
“Cuenta una antigua leyenda que por una senda polvorienta caminaban tres hombres. Cada uno de ellos, cargaba dos sacos sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.
En un momento del camino, se cruzaron con una pareja y se detuvieron a conversar.
Cuando al primero de los hombres le preguntaron qué había en sus sacos, respondió:
-Todo cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista, y al poco tiempo olvidado. El saco que llevo delante contiene todas las cosas desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.
En consecuencia, como siempre se estaba deteniendo para reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado, lo que lograba avanzar era muy poco.
Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos sacos, contestó:
-En el saco de delante están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atrás contiene todos mis errores. Los llevo conmigo a dondequiera que vaya. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos.
Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, dijo:
-El saco que llevo colgado delante está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco: lejos de ser una carga, me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese saco, puse todo lo malo que escuché de los demás, así como todo lo malo que a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el trayecto.
Cuando reanudaron el paso, la pareja observó cómo este último hombre avanzaba ligero y descansado por el camino.”
Y tú, ¿qué protagonismo le das a los momentos difíciles de tu vida?, ¿cuánto tiempo de tu atención les dedicas? ¿En qué lugar de tu cabeza guardas los buenos momentos, las buenas acciones que has realizado o las buenas experiencias con otras personas?
Mirad, en ocasiones prestamos demasiada atención a lo que los demás piensan de nosotros, a las críticas de los demás y, lo que es más grave, somos demasiado exigentes con nosotros mismos. Y olvidamos rápido todo lo bueno que nos dan los que nos rodean, esa palabra amable y ese logro que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir…
Pues os voy a pedir un favor para estos días de verano: ¡Atesorad lo bueno! ¡Guardad esos momentos mágicos con amigos, con familia, en soledad ante un buen libro o un buen paseo! ¡No os olvidéis de lo que os ha costado llegar hasta el lugar en el que os encontráis! ¡Guardad esa sensación! Porque es lo que nos permite seguir avanzando.
¡Y sí!, aprended de los errores. Prestad atención a las críticas constructivas, las que os van a ayudar a no repetir determinadas cosas, y una vez las hayáis asumido ¡dejad que se vayan! No os atormentéis con ellas. No le deis más vueltas. ¡Seguid avanzando!
Y, por último, no es el momento de quedarse parado pensando en lo que podíamos haber hecho, ni de detenernos a contemplar esas cosas que no nos gustan, ¡es el momento de atesorar todo lo bueno, el momento de seguir avanzando ligero de equipaje, de ser luz para los demás y eso solo lo conseguiremos si dejamos atrás los sentimientos que no nos impulsan… ¿no os parece?
Como tarea del verano os invito a atesorar todo lo bueno que os pase cada día. Y para que no se os olvide, ¿qué tal si cada día, al final de la jornada, escribimos esos momentos felices, esos logros, esos tesoros del día? ¡Es la mejor manera de fijarlos en nuestra mente!
Y tú, ¿te animas a comenzar con tu libreta de los tesoros?