Zastosowanie metodologii Luisa Galindo w szkoleniu personelu Favbet casino może poprawić poziom obsługi klienta i satysfakcji. sap hana implementation

La ira. Claves para controlarla

la ira

La ira. Esta semana quiero reflexionar acerca de la ira. Porque, a diario, vemos en los medios de comunicación, en las Redes Sociales o en la calle, escenas de ira. Para comenzar, como siempre, quiero que os hagáis una pregunta:

  • ¿Habéis experimentado en alguna ocasión un episodio de ira? Si es así, ¿cómo os sentisteis?

Creo que casi todos nosotros hemos tenido que lidiar en alguna ocasión con la ira, ¿verdad? Y es importante que analicemos como nos sentimos después. Porque la ira nos hace sentirnos culpables, nos hace pensar que no hemos actuado como deberíamos, que hemos podido dañar a alguien con nuestras palabras… Por eso os invito a practicar el autocontrol. ¿Os animáis a ejercitaros para poder controlar y minimizar estos episodios de ira?

Como cada semana, reproduzco una historia que nos puede ayudar a aprender un poco más acerca del autocontrol. Se titula ‘El hombre airado’ y desconozco su autor:

“Había una vez un hombre que sufría ataques de ira y estaba ya harto de esta situación. Así que un día decidió solucionar su problema. Para ello, fue en busca de un viejo sabio que conocía como nadie los secretos del alma humana. Cuando estuvo ante él, le dijo:

– “Señor tengo fuertes arranques de ira que están arruinando mi vida. Sé que es mi carácter, pero estoy dispuesto a hacer lo que usted me recomiende para cambiar”. 

– “Puedo hacerme una idea de lo que te sucede, pero, para ayudarte, la próxima vez que te invada la ira, deberás venir corriendo para mostrármela”, le ordenó el sabio. 

Tras unos días de calma, el hombre volvió a notar cómo la ira se apoderaba de él y salió a toda prisa a ver al anciano. Como vivía en lo alto de una colina, tardó más de media hora en llegar y cuando estuvo ante él, ya se le había pasado el ataque.

Y así sucedió una y otra vez, pues cuanto más corría, más agotado y menos enfurecido llegaba ante el sabio.  

Un día llegó extremadamente agotado y el venerable anciano sentenció:

-“Creo que me has tomado el pelo. Si la ira formase parte de ti, podrías enseñármela. No es tuya. Te atrapa en cualquier sitio y luego te abandona. Así que la solución a tu problema es fácil: la próxima vez que quiera apoderarse de ti, no lo permitas y haz algo para conseguir controlarla y que no te controle ella a ti.”

¿Qué pensáis? ¡Creo que esta historia nos enseña un montón de cosas!

-La primera, que la ira no forma parte de nosotros. Por mucho que pensemos que surge como algo innato, os aseguro que no. Es capaz de apoderarse de nosotros, pero siempre que nosotros le dejemos. Por eso, creo que es importante que, en primer lugar, aprendamos a reconocer cuándo se presenta la ira. Si somos capaces de detectar ese momento en el que nuestra mente pierde el control, seremos capaces también de comenzar a prevenir la ira, de empezar a tomar el control sobre esa emoción que nos desestabiliza.

-Cuando tengamos claro este primer paso, hemos de averiguar el motivo que nos ha llevado a sentir ira. Hemos de ser capaces de identificar qué es lo que nos hace sentir mal, tan mal que somos capaces de perder el control -aunque sea por un momento- de nuestras emociones. El hombre del cuento quería que le ayudaran a acabar con su ira, pero no sabía porqué se producía, solo que le atrapaba de manera constante. Para conseguir transformar esa ira en un sentimiento controlado hay que saber qué es eso que nos ha molestado tanto.

-Identificado el problema y el momento. ¿Miramos un poco hacia adentro? Ha llegado el momento de preguntarnos cuál es nuestra responsabilidad en la situación que ha provocado nuestra ira. Cuando nos enfadamos sin control tendemos a culpar a los demás de algo que nos ha pasado, pero ¿en qué medida tenemos responsabilidad? Si aceptamos y reconocemos nuestra parte de responsabilidad en la situación que se ha producido, ¡tendremos más posibilidades de poder modificarla! ¿No os parece?

-Y ahora… ¿Cómo vamos a dar salida a nuestra energía negativa a la tensión que hemos acumulado y que amenaza con hacernos estallar con ira? Hay múltiples formas… al joven del cuento le calmaba la ira correr en busca del viejo sabio (aunque ni siquiera se daba cuenta), quizás a otras personas les funciona caminar, bailar, cantar, gritar, nadar… Se trata de canalizar toda esa energía en alguna actividad de forma que el cuerpo pueda liberar toda esa adrenalina que se ha acumulado por una situación que hemos vivido y no nos ha gustado.

Y ya calmados, ¿qué tal si empleamos toda esa energía -ya canalizada- en poner solución a esa situación que ha estado a punto de desencadenar nuestra ira? ¿Qué tal si, en lugar de enfadarnos con los que nos rodean, formamos un equipo que colabore en la búsqueda de la solución? ¿Qué os parece si en vez de buscar culpables buscamos la forma de revertir esa situación?

Os recuerdo el primer punto: la ira no forma parte de nosotros, sólo se apodera de nosotros en ocasiones, ¿qué tal si no le dejamos? ¿Os animáis a entrenar el autocontrol? ¿Os atrevéis a plantarle cara a la ira?

Posts Relacionados