Y tú, ¿en qué miedo descubriste que eras valiente?
El otro día esta frase llamó mi atención. Me hizo pensar. Estoy totalmente de acuerdo con ella. ¿No os ha pasado que, en ocasiones, os habéis sorprendido de vuestra reacción ante una situación que siempre habíais temido? ¿O de la reacción de algún ser querido? Porque todos tenemos algún miedo en nuestra cabeza: miedo al fracaso, miedo a no estar a la altura, miedo a la crítica, miedo al compromiso, miedo al futuro… En este post, me gustaría que nos replanteáramos nuestros miedos, esos que nos impiden realizar determinadas cosas que ansiamos, que nos gustan, pero a las que no nos atrevemos a enfrentar. Porque, en la mayoría de ocasiones, afrontando estos miedos es cuando descubrimos que somos valientes.
Decía Eleanor Roosevelt: “Tienes que hacer las cosas que no crees que eres capaz de hacer”. Y eso es a lo que yo quiero invitaros hoy porque sólo haciéndolas te darás cuenta de que eres capaz de afrontarlas, de hacerlas, de superarlas. ¡Y te aseguro que te sentirás mejor que nunca! Porque hay pocas cosas más gratificantes que superar los miedos, que conseguir hacer cosas que siempre hemos temido. Es el sentimiento que embarga a esa persona que da su primera conferencia con éxito y a la que le aterrorizaba hablar en público o la de esa otra que se sienta al volante de un coche y emprende su primer viaje por carretera. O la euforia de haber conseguido bañarse en el mar tras superar el miedo a perecer ahogado o la del niño que consigue quitarse las ruedecitas de apoyo de su bicicleta.
Y ahora me gustaría preguntarte:
-¿Qué crees que no eres capaz de hacer?
Cuando lo hayas pensado, cuando tengas claro e identificado tu miedo (que sería el primer paso) te voy a intentar dar una serie de pautas para afrontarlo:
- Pregúntate: ¿Qué es lo peor que te puede pasar?
- Ahora pregúntate: ¿Qué te estás perdiendo por no afrontar tu miedo?
- Decide si vale la pena enfrentarte al miedo. ¡Seguro que sí!
- Cuando hayas identificado esa situación temida… ¡visualízala! Intenta ponerte en ese momento y lugar. ¿Cómo te sientes?
- Racionaliza el momento. Respira.
- Ahora piensa en qué cosas necesitas hacer para afrontar con éxito esa situación que temes. Por ejemplo, para vencer el miedo a hablar el público lo mejor es que trabajes intensamente el discurso que vas a dar y que ensayes delante de gente con la que tienes una especial confianza y te quiere. Si te da miedo volar, ¿por qué no le das un vistazo a las estadísticas de accidentes? ¡Verás que el avión es el medio de transporte más seguro! ¿Temes pedir el ascenso en tu empresa? Nútrete de todos los argumentos posibles, trabajo realizado, logros, y convéncete de que te lo mereces…
- Una vez estés preparado… ¡atrévete y hazlo! Es la única manera de superar los miedos.
- ¿Qué ha pasado? Quizás ese es el miedo en que has descubierto que, en realidad, eres valiente…
Para concluir me gustaría contaros una historia.
“Cuentan que hace muchísimos años hubo un emperador muy temido en toda su comarca. Vivía en una tierra que siempre permanecía en guerra y siempre hacía muchos prisioneros. En lugar de acabar con su vida los llevaba hasta un lugar dentro de una sala en la que estaban distribuidas diferentes celdas, en un lado, y en el otro, había una enorme e impresionante puerta de hierro. Sobre esa puerta había figuras grabadas con calaveras llenas de sangre y otros dibujos atemorizantes. El emperador, en la sala, hacía que todos los prisioneros formaran un círculo y entonces les decía… “Os doy la oportunidad de elegir entre permanecer en vuestra celda o bien iros por esa misteriosa puerta”. La elección de todos los prisioneros era quedarse en sus celdas de la cárcel antes que cruzar la puerta que tanto les atemorizaba. Cuando acabó la guerra, un soldado que siempre se encontraba muy cerca del emperador se acercó hasta él para consultarle: -“Mi emperador, ¿puedo hacerle una pregunta?” El emperador contestó que sí. -“He tenido siempre la curiosidad de saber que había del otro lado de esa puerta tan aterradora. ¿Podría usted decírmelo?” El soberano le dijo: “Acércate a la puerta, ábrela y mira tú mismo”. Sigilosamente, y con mucho temor, el soldado llegó hasta la misteriosa puerta, comenzó a abrirla y a medida que iba empujándola empezó a iluminarse todo el recinto con los rayos del sol que entraban… y quedó sorprendido porque la puerta daba hacia un enorme camino que le permitiría la libertad a todo aquél que se animara a cruzarla. Ante su admiración, el soldado dirigió su mirada hacia el emperador en el momento en que éste le argumentaba: “Ellos solos debían elegir; esa era la oportunidad que yo les brindaba, pero ante el temor de abrir la puerta misteriosa, preferían la seguridad de la cárcel, la seguridad de lo conocido”. Tras leer esta historia, me pregunto y os pregunto: ¿Cuántas veces, por miedo a abrir la puerta que nos puede llevar a nuestros sueños perdemos la libertad y morimos interiormente?
Y tú, ¿en qué miedo vas a descubrir que eres valiente?
te agradezco mucho este comentarios sobre los mios, es una realidad que esta ahi y no sabes reconocer y afrontarla.
tomo nota del remedio.
mil gracias por tu ayuda Luis un abrazo desde Valencia
Un abrazo y gracias a ti Juan Carlos
Gracias por escribirnos la formula de la felicidad!!!! tomé nota de los miligramos y de las dosis necesaria………… Espero algún día poder estrechar tu mano. Saludos desde Guatemala.
Muchas gracias a ti por tu mensaje… ¡Un abrazo cariñoso!