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¿Sabes desconectar de tus preocupaciones?

¿Qué se consigue cargando con las preocupaciones? ¿Te lo has planteado alguna vez? ¿Has aprendido a desconectar? ¿A poner el off cuando ya no es tiempo de actuar? ¿A mirar desde fuera los problemas? Esta semana comienzo el post con muchas preguntas que, espero, puedas contestar y te ayuden a reflexionar acerca de la manera en que afrontas las dificultades del día a día.

A muchos de nosotros nos cuenta desconectar, ¿verdad? Nos resulta difícil dejar a un lado, aunque sea por un momento, las preocupaciones diarias. Nos cuesta alejarnos de las obligaciones que, en ocasiones, nos absorben sin darnos cuenta. Os voy a contar una historia que, como todas las que os traslado en este blog, pretende enseñarnos a ser un poco más felices, a disfrutar de la vida de forma plena. Se titula ‘El árbol de las preocupaciones’.

“Un día, un rico comerciante contrató a un carpintero para restaurar una antigua casa colonial. Como el comerciante era de esas personas a las que les gusta tener todo bajo control y le preocupaba que el trabajo no quedase bien, decidió pasar un día en la casa, para ver cómo iban las obras.

Al final de la jornada, se dio cuenta de que el carpintero había trabajado mucho, a pesar de que había sufrido contrariedades. Además de los contratiempos, el coche del carpintero se había estropeado por lo que el comerciante se ofreció para llevarle a casa.

El carpintero no habló durante todo el trayecto, estaba enfadado y muy preocupado por todo lo que le había pasado durante el día. Sin embargo, al llegar a su casa, invitó al comerciante a conocer a su familia y a cenar, pero antes de abrir la puerta, se paró delante de un pequeño árbol, lo abrazó y acarició sus ramas durante unos minutos. 

Cuando abrió la puerta y entró en la casa, la transformación era radical: parecía un hombre feliz. La cena transcurrió entre risas y animada conversación. Al terminar la velada, el carpintero acompañó al comerciante al coche. Cuando pasaron por delante del árbol, el invitado le preguntó al carpintero:

– ¿Qué tiene de especial ese árbol? Antes de entrar estabas enfadado y preocupado y después de tocarlo te has convertido en otro hombre.

– Ese es el árbol de los problemas – le respondió el carpintero. – Soy consciente de que no puedo evitar los contratiempos en el trabajo, pero no tengo por qué llevarme las preocupaciones a casa. Cuando toco sus ramas, dejo ahí las preocupaciones que mi familia no puede ayudarme a solucionar y las encuentro allí fuera a la mañana siguiente, cuando regreso al trabajo. Lo más curioso es que cada mañana encuentro menos motivos para preocuparme que los que dejé el día antes”.

¿Qué os parece? El comerciante aprendió aquella noche en casa del carpintero una maravillosa lección. Aprendió que, en ocasiones, es conveniente dejar aparcadas las preocupaciones y disfrutar de la compañía de los nuestros. Y, sobre todo, que es beneficioso alejarnos de las preocupaciones y de los problemas diarios por unas horas … porque cuando los retomamos después del descanso ¡seguro que los vemos de otra forma! ¡Seguro que somos más capaces de afrontarlos que cuando estamos saturados y obcecados con ellos!

¿Y cómo hacerlo? ¿Cómo alejarse de las preocupaciones? ¡Pues os animo a buscar vuestro propio árbol de las preocupaciones!

Puede estar la puerta del gimnasio, o en la de la cafetería en la que habéis quedado con los amigos. Puede situarse en la entrada de vuestra casa cuando acudís a preparar y a disfrutar de la cena con vuestra familia. O puede quedarse a un lado del camino en ese paseo que dais por la montaña o por la orilla de la playa. ¡Es tan importante poner distancia! ¡Mirar desde fuera los problemas! ¡Ponernos unas nuevas gafas más limpias, más brillantes… que nos permiten ver de otra forma esas preocupaciones que nos parecían tan graves!

Os invito a que, cada día, busquéis ese rato de desconexión que os permite dejar de lado las preocupaciones, las obligaciones del día a día… que os permite respirar y coger nuevas fuerzas para ver con otros ojos las dificultades. ¡Seguro que todos vosotros conocéis esa sensación de felicidad, de plenitud tras pasar un rato charlando entre amigos, tras compartir una conversación con nuestros hijos o con nuestra pareja,… esa sensación maravillosa tras hacer ejercicio o dar un paseo entre árboles….! Y es que, ¡seguro!, que todos tenemos nuestro propio árbol de las preocupaciones…¡sólo tenemos que buscarlo! ¿Cuál es el tuyo? ¿Me lo cuentas?

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Comentarios (7)

Mi ‘árbol’ es mi perra que se llama Kira. Durante 5 años llegaba a casa y la abrazaba, dejaba mis cosas en la entrada, en el suelo y la saludaba, besaba y abrazaba. Este año, por motivos personales, no la he tenido cerca, pero la volveré a tener pronto

Mi preocupación RS no conseguir mis proyectos estoy cansada de toparme con puertas que dicen estar abiertas y cuando te descuidss s han cerrado de un portazo, que hay de las ideas emprendedoras de esas que no son solo para uno, aquellas que benefician a todos. Esas que no dan dinero pero pueden dar felicidad.

Mi “árbol” es el deporte y por supuesto cuando se puede con mi mujer y algún hijo que pueda, es la mejor terapia, y ademas “se matan 2 pájaros de un tiro”, por un lado se desconecta del trabajo y por otro alimentas la vida familiar, además de los beneficios físicos que reporta. Muy recomendable aunque el desafío es seguir a tus hijos cuando les triplicas la edad 😉

Un árbol magnífico y lleno de vida José

Justo ayer, mientras volvía a casa del trabajo, estaba agobiado por el día estresante que había tenido y por las cosas que me quedaban para hacer hoy. Había quedado con mi hermano y su novia para ver series y comer pizza, y ese fue mi árbol de las preocupaciones. Conseguí dejarlo todo a lado y hoy de verdad he encontrado menos preocupaciones de las que dejé ayer 🙂 Muchas gracias por esta preciosa historia, Luis!

mi árbol de la felicidad es leer, bucear y aprender en el mundo de los vinos, un hobby que cuando además lo saboreas con prudencia, enamora.

yo no encuentro mi árbol de preocupaciones, todo lo contrario, cada día me pesa más y no me deja ni de día ni de noche. Hoy mismo a las 2 de la mañana me he despertado y seguía con mi angustia, con mi sufrimiento, con mi falta de paz interior…
Ya me gustaría tener fuerzas para luchar contra esa avalancha de pensamientos, de sufrimientos por los problemas de cada miembro de mi familia, sé que así no les ayudo, que de nada valgo pero estoy en una espiral en la que solo veo, magnifico y amplío la angustia con la que vivo

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