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Comprender, aceptar y perdonar. ¿Te atreves?

comprender

Comprender, aceptar y perdonar. Esta semana en mi post reflexiono acerca de la necesidad de comprender a los demás para ser capaz de aceptarlos y perdonarlos, en muchas ocasiones. ¿Qué os parece? ¿Trabajamos la comprensión como meta a conseguir este verano?

He querido traeros una fábula maravillosa que me encantó y que ayuda a comprender de maravilla lo que supone juzgar a primera vista sin tratar de comprender. Se trata de la fábula ‘Las cuatro estaciones’.

“Cuentan que una vez, un hombre muy anciano, cansado de escuchar las quejas de sus cuatro hijos, y de ver cómo juzgaban a otros hombres constantemente, decidió darles una lección. Mandó a cada uno de ellos a visitar un peral que estaba lejos, muy lejos. Pero mandó a cada uno de sus hijos en distintas estaciones del año. Así, el hijo mayor fue en invierno, el segundo, en primavera. El tercer hijo fue a observar el peral en verano, y el último, en otoño.

Cuando terminaron de visitar todos al peral, el hombre reunió a sus hijos y les preguntó:

– Y bien, explicarme, ¿cómo es el árbol que habéis visto?

Comenzó a hablar el hijo mayor:

– Un árbol horrible, desnudo, con ramas retorcidas. Sin duda, un esperpento de árbol.

– ¡Qué va!- dijo entonces el segundo hijo- ¡El árbol estaba repleto de brotes dispuestos a nacer! Todo un árbol lleno de promesas…

– No sé qué habéis visto vosotros, hermanos, pero no es lo que yo vi- dijo el tercer hermano- Mi peral estaba repleto de flores. Es un árbol lleno de vida y vitalidad. De dulzura, plenitud y mucha belleza.

– Pues yo no lo vi como tú dices, hermano- dijo el más pequeño- Mi árbol tenía frutos, estaba lleno de peras jugosas y listas para comer. Pero el peso de la fruta encorvaba las ramas y las hojas estaban a punto de marchitarse. Se le veía cansado y sus hojas estaban a punto de caer.

– Todos tenéis razón- dijo entonces el padre- Cada uno de vosotros habéis visto el árbol en una estación diferente y éste ha cambiado. Por eso, no podéis juzgar al árbol por cómo es en una sola estación, sino en todas ellas. Igual ocurre con las personas. Tampoco podéis juzgarlas por cómo son en un momento dado. Y como ese árbol, solo podréis recoger los frutos de la vida al final del trayecto, cuando ya hayáis pasado por todas las estaciones de la vida…”

Seguro que muchos de nosotros hemos caído en alguna ocasión en el juicio rápido a otra persona, ¿verdad? Es muy fácil que juzguemos a alguien por una acción en un momento determinado sin pararnos a analizar más allá, sin conocer cómo ha llegado a su situación actual o los acontecimientos que la rodean a diario y que le han llevado a comportarse de esa manera.

¿Y si evitamos realizar esos juicios repentinos? ¿Y si intentamos buscar qué hay detrás de cada situación para comprenderla? ¿Y si trabajamos la empatía, ese ponernos en el lugar del otro? Si el primero de los hijos del anciano de la fábula se hubiera parado a pensar las circunstancias en las que estaba contemplando el peral: en pleno invierno, con frío… ¿no habría comprendido mejor que el árbol estaba en una época en la que sus ramas están despobladas de hojas y frutos?

¡Pues de eso se trata! De analizar determinadas situaciones para evitar juicios rápidos que nos impidan aceptar y comprender determinadas situaciones y que nos ahorrarían disgustos.

Mirad, es fácil quedarnos con una primera impresión de algo. Sin ir más allá. En el trabajo, con nuestros compañeros o en casa, con nuestra familia y seres queridos. Pero ¿de qué nos sirve juzgar sin conocer? ¿Cuántas cosas nos perdemos a diario por adoptar esta actitud ante la vida?

Os invito a comprender mejor a los que nos rodean, de manera que seamos capaces de acercarnos a las emociones de las otras personas. ¿Queréis conocer algunas claves que a mí me funcionan para empatizar con los demás?

  • Escucha activa. Hemos de aprender a escuchar. No nos anticipemos en nuestros juicios. Primero escuchemos lo que la otra persona piensa, lo que quiere contarnos y por qué piensa de esa forma. Pero escuchemos con la mente abierta a comprender. Siempre os digo lo mismo, escuchar no es estar esperando que la otra persona termine de hablar para contestar lo que ya llevábamos preparado. ¿Qué tal si nos proponemos ponernos, pero de verdad, en los zapatos de la otra persona? Para ello, podemos pensar en una situación que hayamos pasado en la que nos sintiéramos de la misma forma… ¡sólo entonces podremos comprender de verdad sus circunstancias!
  • Aleja de tu cabeza los juicios. ¿Recuerdas? Estamos escuchando para comprender no para llevar a la otra persona a nuestro terreno. Si queremos practicar la auténtica empatía necesitamos borrar de nuestra cabeza todos los juicios previos. Poner la mente en blanco y comprender desde la humildad.
  • Acepta que la forma de reaccionar de cada persona en una misma situación es diferente. No se trata de que asumas su opinión o su acción, se trata de que comprendas que hay diferentes maneras de ver una misma cosa. Sólo aceptando esta diversidad de juicios seremos capaces de comprender y aceptar a los que nos rodean.
  • Si la diversidad de opiniones frente a una misma situación supone un problema (bien sea por el trabajo o la vida personal) buscar las opciones que hay y afrontar una solución, ahora sí, de manera conjunta.

¿Qué os parece? ¿Os atrevéis a comprender para aceptar y perdonar? ¿Os animáis a practicar la empatía y a olvidaros de juicios rápidos?

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