Navidad. Lleva la luz a tu vida
Luz, vida, Navidad… ¿Qué os parece que reflexionemos acerca de esa luz que todos llevamos dentro y que nos acompaña en nuestra vida? ¿Y qué mejor momento para hacerlo que cuando tenemos tan cerca la Navidad?
¿Qué podemos hacer esta Navidad para sacar esa luz que todos llevamos dentro? ¿Para dejar atrás el orgullo egoísta, las disputas y cambiarlas por momentos para recordar toda la vida? Esta semana os propongo que os marquéis un reto:
- Trabajar por la reconciliación. ¡Sí! Dejad atrás las viejas disputas con amigos, familiares y volver a ser luz para ellos, devolver la luz a tu vida. ¿Os animáis?
En esta ocasión, he escogido una fábula de Esopo titulada ‘Los hijos del labrador’.
Cuentan que los dos hijos de un labrador vivían siempre discutiendo. Se peleaban por cualquier motivo, como quién iba a realizar el arado, quién sería el responsable de sembrar, del riego…, y así con todo.
Cada vez que había una riña, los dos dejaban de hablarse durante un tiempo. Alcanzar la concordia parecía algo imposible entre los dos. Eran testarudos, orgullosos y a su padre le suponía una dificultad mejorar estos sentimientos y alcanzar la paz entre ambos.
Fue entonces, ya desesperado por la relación de sus hijos, cuando decidió darles una lección. Para poner un fin a esta situación, el labrador les llamó y les pidió que se fueran al bosque y le trajeran un manojo de leña.
Los chicos obedecieron a su padre y una vez en el bosque empezaron a competir para ver quién recogía más leña. De nuevo, se organizó otra pelea entre los dos. Cuando cumplieron con la tarea, se fueron hacia su padre con la leña que habían recogido. Su progenitor, les dijo:
- Ahora, juntad todas las varas, las atáis muy fuerte con una cuerda y vamos a comprobar quién es el más fuerte de los dos. Tendréis que romper todas las varas al mismo tiempo
Los dos chicos, dispuestos a ser los vencedores, lo intentaron una y otra vez. Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron.
Entonces, el labrador deshizo el haz de leña y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente.
- ¿Os dais cuenta?, les dijo el padre, cuando vosotros permanecéis unidos como el haz de varas, sois invencibles ante la adversidad; pero si estáis divididos seréis vencidos uno a uno con facilidad. Cuando estamos unidos, somos más fuertes y resistentes, y nadie podrá hacernos daño.
Entonces, los tres se abrazaron.
¿No estáis cansados de estar permanentemente enfadados o indignados con esa persona con la que tenemos que reencontrarnos en muchas ocasiones? Puede ser con un familiar con el que no encajamos del todo bien, con ese compañero de trabajo con el que siempre discutimos o con ese antiguo amigo al que dejamos de ver por… ¡ni siquiera recordamos el motivo del enfado!
Os invito a que valoréis hasta qué punto ese sentimiento de enfado, indignación o malestar os impide seguir avanzando. Hay una frase de Buda que dice “aferrarse a la rabia es como agarrar un carbón ardiendo con la intención de tirarlo a alguien; eres tú quien te quemas”. Yo os reto a soltar ese carbón y a destinar todo el esfuerzo en superar ese sentimiento negativo hacia otra persona para poder alcanzar el bienestar en nuestra vida. ¿Os animáis con este reto esta Navidad?
Si la respuesta es ¡sí!, os quiero dar unas claves que pueden ayudarnos:
- Reconoce el sentimiento de rabia, enfado, indignación frente a esa persona y detecta qué es lo que lo provoca. ¿Sabes que en ocasiones es nuestra mente la causante de ese enfado? Es importante buscar el dato objetivo que nos hace estar peleado o enfadado con esa persona.
- Cuando encontramos el origen del enfado debemos buscar el cómo resolver esa situación, cómo superarla. ¿Es posible reconducir esa situación? ¿Cuál fue el hecho inicial que motivó que ahora mostremos nuestro enfado con esa persona o nuestro malestar cuando tenemos que estar con ella?
- Trabajemos por mejorar la comunicación con esa persona. En ocasiones, estamos a la defensiva con esa persona con la que estamos enfadados y ni siquiera la escuchamos o, lo que es peor, lo escuchamos desde el ‘no’, sin dar opción a comprenderla. A veces es importante ponerse en los zapatos del otro para saber por qué actúa de esa forma.
- Admitamos que no todos pueden ser nuestros mejores amigos, pero aprendamos a convivir con todo tipo de personas. Ya sea en el trabajo, en el grupo de amigos o en la familia practiquemos a tolerancia. Porque, de esta forma, hacemos la vida más fácil a los que nos rodean. Y dejamos salir nuestra luz interior.
La parábola de Esopo con la que he comenzado el post es un ejemplo de que el fomentar la unión nos hace ser mucho más fuertes. Pero, además, liberarnos del enfado y sacar nuestra luz nos hace reconciliarnos con la vida, ser más fuertes ante las adversidades y ser capaces de resolver las dificultades que se nos presentan cada día con otro talante. Por eso, creo que sería un buen ‘auto-regalo de Navidad’ comenzar a trabajar para soltar ese carbón que nos quema y convertirlo en esa maravillosa luz que os acompañe en la vida.
¿Os atrevéis a sacar toda la luz que lleváis en vuestro interior? ¿Os animáis a llenaros de vida esta Navidad?