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Un premio por tu honradez. ¿Lo mereces?

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Un premio por tu honradez. ¿Lo mereces? ¿Practicas la honradez en tu día a día? ¿Te consideras una persona honrada? ¿Te rodeas de personas honradas? ¿Verdad que es un premio estar rodeado de ellas?

Esta semana quiero que reflexionemos acerca de este valor que tanto sentido puede dar a nuestra vida. Tanto si somos nosotros los que practicamos la honradez como si tenemos la suerte de tener a nuestro alrededor: familia, amigos, equipo, compañeros… personas que la practican, personas que son honradas. Porque, si es así, estad seguros de que habéis recibido un gran premio en esta vida.

En esta ocasión, y para acompañar esta reflexión, he escogido una fábula ‘El leñador honrado’ que nos invita a reflexionar sobre dónde nos lleva en la vida ser honrado y, por el contrario, dónde nos conduce tener una actitud ruin y poco transparente. ¡Os animo a leerla!

“Hace mucho tiempo vivía un pobre leñador que se ganaba la vida arduamente con la ayuda de su vieja hacha. Un día al regresar a su casa, pasó por un puente sobre un rio y tras un leve tropiezo el hacha cayó al agua.

El leñador se lamentaba muy apenado:

  • No puede ser, y ahora, sin mi hacha ¿cómo me ganaré la vida?

Sumergido en una gran tristeza y pensando qué es lo que podía hacer apareció de las aguas una bella Hada, y acercándose hasta el leñador le dijo:

  • Buen hombre, ¿qué te sucede?
  • ¡Oh, señorita…! – respondió el leñador – He perdido mi hacha. Mi único sustento para trabajar y mantenerme se ha caído sobre estas aguas y no sé cómo recuperarlo
  • No te preocupes buen hombre… – dijo el hada – Te ayudaré e iré por ella.

De inmediato, el hada se sumergió en el rio y tras unos segundos, regresó con una bella hacha de oro.

  • ¿Es ésta tu hacha leñador?” – preguntó el hada.
  • No, no lo es. – respondió el leñador. 

El hada, nuevamente, se sumergió en el río. A los pocos segundos, retornó nuevamente y trajo otra hacha. Esta vez era una preciosa hacha de plata.

El leñador dijo que no era suya, así que el hada se sumergió una tercera vez en el río. Tras esto salió y mostró al leñador un hacha vieja y de hierro.

  • ¿Es ésta tu hacha leñador?, – dijo el hada.
  • ¡Si! Gracias, muchas gracias… Esa sí es mi hacha.”, -dijo con mucha alegría el leñador.
  • Por haberme demostrado tu gran honradez y humildad leñador…” – añadió el hada- te mereces las hachas de oro y plata que traje anteriormente.

El leñador agradeció este nuevo gesto del hada y puso las hachas en su saco para regresar a su casa.

De camino a su hogar, el leñador se encontró con un vecino al que le contó lo que le había sucedido. El vecino, que era una persona a la que no le gustaba trabajar,  sintió envidia y, de inmediato, fue a aquel rio con un hacha vieja para probar suerte. Una vez ahí, fingió que se le caía el hacha y se puso a lamentarse.

Tras un rato apreció el hada y le preguntó por qué estaba triste. Él, entre lágrimas, le respondió que se le había caído su hacha en el rio. El hada se sumergió y tras unos segundos apareció con un hacha de oro y preguntó:

  • ¿Es esta tu hacha leñador?
  • ¡Sí! ¡Es la mía! – gritó el hombre muy eufórico extendiendo sus manos para cogerla.
  • ¡Mentira! – dijo el hada – Ésta es mi hacha. Si deseas la tuya, recupérala zambulléndote como yo hasta el fondo del rio.

Y desapareció entre las aguas del río.

El hombre codicioso, se quedó sin hacha y sin tesoro”.

La honradez siempre tiene premio. ¡Os lo aseguro! Por eso, en cualquier toma de decisión, en cualquier acción que emprendamos, hemos de apostar por mantener una actitud ética y honrada, por encima de otros intereses.

¿Cómo reconocemos a una persona honrada? ¿Cuáles son sus principales características?

  1. No temen aceptar sus equivocaciones. Porque son conscientes de que la humildad para aceptar los errores es un paso más en su desarrollo personal. Les permite aprender y ser capaces de mejorar en un futuro.
  2. Actúan según sus principios y no se dejan influenciar por modas, corrientes pasajeras o por grandes promesas. Son capaces de mantenerse firmes en sus convicciones y actúan siempre de acuerdo con éstas.
  3. Son personas sencillas. Porque no necesitan esconderse entre grandes palabras o grandes adornos. Cuando te cruzas con una persona honrada, te das cuenta de que es transparente. Se muestran tal y como son.
  4. Aceptan sus limitaciones y no engañan con falsas promesas que luego son incapaces de cumplir. No quiere decir que no intenten superar estos límites, pero saben que han de trabajar para superarlos.
  5. Son un premio para un equipo de trabajo. Porque saben formar equipo y es sencillo incluirlas en un grupo de trabajo porque es fácil conocerlas y saber cuál puede ser su aportación al trabajo final.

Ahora que ya tenemos algunas pistas para reconocer la honradez en las personas, os repito las preguntas que os hacía al principio:

¿Te consideras una persona honrada? ¿Te rodeas de personas honradas?

Y quiero sumar una pregunta más: ¿Te animas a trabajar la honradez en tu día a día? Si la respuesta es sí, apunta estas claves:

  • Ve siempre con la verdad por delante, la sinceridad es importante.
  • Evita la crítica si no contribuye, si no suma o no construye positivamente.
  • Practica la humildad y reconoce límites y equivocaciones.
  • Mantén una actitud de ayuda, de colaboración, pero sin esperar nada a cambio, simplemente, por generosidad o actitud de servicio.
  • Agradece la ayuda los demás y hazles saber que es importante para ti…

¿Se os ocurre alguna clave más de las personas honradas? ¿Estáis dispuestos a ser una de ellas y a reconocer la honradez de los que os rodean?

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