Agradecimiento. ¿Eres agradecido con los que te rodean?
Agradecimiento. Me gusta reflexionar sobre la costumbre de ser agradecido con los demás, de dar las gracias… porque el agradecimiento es uno de los valores que más olvidamos y que más felices puede hacer a todas esas personas que tenemos a nuestro alrededor y nos prestan su apoyo sin esperar nada a cambio, y también a nosotros mismos.
Y tú, ¿eres agradecido? ¿Recuerdas siempre dar las gracias? ¿Prestas atención al agradecimiento en tu día a día?
Para hablar del agradecimiento he escogido una fábula china llamada ‘La chimenea mal situada’.
“Cuentan que hace mucho, en un pueblo pequeño de China, un hombre guardaba su leña junto a la chimenea. Su vecino, al ver aquello, se acercó y le dijo:
– Si no retiras la leña de ahí, puedes provocar un incendio y quedarte sin casa. ¿No ves que está muy cerca del fuego?
Pero el vecino, que era muy orgulloso, pensó que eso era prácticamente imposible y no le hizo caso.
A los pocos días, la casa de este hombre comenzó a arder por culpa de la leña que había junto a la chimenea. Los vecinos le ayudaron a apagar el fuego con tanta rapidez que apenas tuvo que lamentar daños.
Y él, agradecido, invitó a una merienda a todos los que le ayudaron a apagar el incendio. Sin embargo, no había invitado a aquél que le advirtió del peligro.
Uno de sus vecinos invitados, se dio cuenta y le dijo:
– Está muy bien que nos invites y agradezcas que te ayudáramos a apagar el fuego. Pero… ¿No hubiera sido más justo que también hubieras invitado a aquel que te advirtió y al que si hubieras hecho caso, te habría evitado esta desgracia?”
¿Qué os parece? El hombre había olvidado, quizás por orgullo, darle las gracias a esa persona que le había advertido que podía pasar una desgracia. ¿Cuántas veces el orgullo, la resistencia a darnos cuenta de que nos hemos equivocado, nos frena y no nos deja ser agradecidos?
El orgullo y el ego puede que sea uno de los principales frenos a la práctica del agradecimiento. Porque, muchas veces, dar las gracias significa reconocer que estábamos equivocados, bien por despreciar la ayuda de alguien, bien por no hacer caso o por infravalorar a la otra persona. En estos casos, el agradecimiento debería ir acompañado de un ‘perdón’. ¿No creéis?
Otras veces, simplemente, estamos tan ocupados que olvidamos dar las gracias. Olvidamos ese reconocimiento hacia la otra persona que nos ha ayudado, que ha colaborado con nosotros, que es parte de nuestro éxito, del resultado final satisfactorio. A mí, personalmente, sabéis que me encanta ver los partidos de tenis y me fijo, cuando acaba un torneo, como los tenistas comienzan sus parlamentos finales con un ‘Gracias’. ¿Os imagináis lo que es ese momento para un entrenador, para unos padres, familia, preparadores físicos…, lo que deben sentir? Eso mismo siente alguien de nuestro equipo, de nuestros amigos, de nuestra familia cuando le agradecemos alguna cosa. ¿Tanto nos cuesta ser agradecidos?
Me gustaría que hicierais un pequeño ejercicio y os pusierais en el otro lado. En el de la persona que recibe el agradecimiento. ¿Verdad que os sentís satisfechos cuando sois receptores de ese reconocimiento?
Y ahora os pregunto. ¿De verdad que cuesta tanto ser agradecido? ¡Yo creo que no!
¿Sabéis las características de una persona agradecida?
- Es consciente de las acciones de los demás hacia su persona. Lejos de estar lamentándose por la falta de apoyo o por las malas palabras, se fija y presta atención, en especial, a esas muestras de generosidad que componen el agradecimiento.
- Reconoce el papel que el equipo, la familia, o los amigos juegan en su vida. Sabe que son una parte importante de sus logros, de que se encuentre cerca de alcanzar esos objetivos, que contribuyen a que su día a día sea mejor y ¡por eso está agradecido!
- Es feliz cuando hace feliz a las personas de su entorno. ¡Y por eso no olvida el agradecimiento! Porque sabe que, con una simple palabra, con un simple gesto, puede generar un momento de felicidad en ellos.
Y vosotros, ¿os identificáis con alguna de estas características? ¡Seguro que sí! Y seguro que estáis dispuestos a trabajar en las que os cuesta más sentiros cómodos.
Para incentivaros a entrenar el agradecimiento quiero que sepáis que es uno de los principales factores que numerosos estudios científicos señalan como inductores de la satisfacción personal y con la vida, en general. Ser agradecido como ser generoso o poner en amor en las cosas que hacemos son los tres pilares que nos conducen a una vida plena.
Por eso, no debemos olvidar agradecer cada día. Agradecer cuando nos despertamos por el nuevo día que comienza y todas las oportunidades que se nos presentan. Agradecer cuando nos vamos a descansar por esas cosas que hemos avanzado, que hemos disfrutado durante el día, por la compañía que hemos tenido, por poder pasear un rato o, simplemente, por degustar ese plato hecho con tanto cariño. Y agradecer en cada momento toda la ayuda, los gestos, las muestras de generosidad de los demás hacia nosotros.
En ocasiones, me habéis oído pediros que no escatiméis en repartir y demostrar amor. Ahora os pido que: ¡no seáis tacaños con vuestros gestos de agradecimiento! ¡Vale la pena ser generoso! Os lo aseguro.
Y vosotros, ¿os atrevéis a practicar el agradecimiento todos los días? ¿Ya habéis dado las gracias hoy?