Despídete del ‘no puedo’ y ¡hazlo!
¿Cuántas veces has logrado algo que creías que eras incapaz de hacer? ¿Cuántas veces has dicho ‘no puedo’ y al final lo has hecho? ¿Te animas a despedirte del ‘no puedo’ que te bloquea? ¡Hazlo! En este post te voy a dar algunos ejemplos que te pueden ayudar en este trabajo de ilusión diario que te ayudará a construir tu futuro cada día. Con esfuerzo, pero con determinación de que eres capaz de hacerlo porque quieres hacerlo y vas a trabajar por ello.
Y no, no me digas que ya no tienes tiempo. Que es tarde. Que te equivocaste, por ejemplo, al elegir tu enfoque laboral, que deberías haber estudiado más u otra cosa,…sólo son excusas para justificar tu ‘no puedo’. Esas dos palabras de las que nos hemos propuestos despedirnos desde hoy y que vamos a sustituir por ¡hazlo!
Hace unos días leí un estupendo artículo en un periódico que narraba la historia de René, un señor de 82 años que había decidido retomar sus estudios universitarios después de 50 años desde que los dejara. ¡Y había coincidido en clase con su nieta Melanie, de 18 años! ¿No es maravilloso? Con 82 años, René vuelve a estudiar. ¡Qué puedo decir! Me parece un excelente ejemplo de motivación, de fuerza para todos los que, en ocasiones, pensamos que es demasiado tarde, que no podemos cambiar ahora. ¿Os dais cuenta que para poder hay que querer? ¿Qué para conseguir algo hay que hacerlo, hay que ponerse manos a la obra, que, como mínimo, tenemos que intentarlo? Seguro que en la cabeza de este anciano de Texas ha sobrevolado en algún momento el ‘no puedo’, pero ha vencido el ¡hazlo! Y lo ha hecho. Y ya está pensando en lo que hará cuando finalice las asignaturas que le quedan… ¡qué manera tan fantástica de ilusionarse por el futuro! ¿No os parece?
¿Cuántas veces has dicho o escuchado ‘es que no sirvo para hacer eso’? Puede ser para hablar en público, preparar una oposición, hacer ejercicio, hacer dieta, aprender informática u otro idioma… Otra vez el ‘no puedo’, otra vez las excusas para ¡ni siquiera intentarlo! En los recientes Juegos Paralímpicos de Río hemos visto cientos de casos de superación, personas que han dejado atrás sus ‘limitaciones’ y que han decidido hacerlo, que han decidido ir a por ello, en lugar de lamentarse de lo que hubieran sido si su condición física hubiera sido diferente. Como nos cuentan en numerosos artículos, los deportistas que han participado en estos juegos nos han demostrado que no hacen falta brazos ni manos para jugar al ping-pong o para competir en natación. En algún momento de su vida, estos atletas sustituyeron el ‘no puedo’ por el ¡hazlo! Optaron el esfuerzo, la superación y, otra vez, por la ilusión.
Seguro que todos vosotros conocéis la frase del gran poeta romano Virgilio; Pueden porque creen que pueden.
¿Qué como empezamos a creer que podemos?
-El primer paso es limpiar de prejuicios sobre nosotros mismos nuestra mente. Cuando nos venga el ‘no puedo’ a la cabeza… ¿Qué tal cambiarlo por voy a intentarlo? O preguntarnos ¿Qué he de cambiar o de hacer para conseguirlo? De esta forma, nuestra mente se liberará de los miedos que nos bloquean, que nos paralizan.
-El segundo paso es enfocar nuestro esfuerzo, nuestro trabajo diario hacia lo que queremos conseguir. Poco a poco, pero sin desfallecer. ¿Os acordáis del anterior post sobre el ‘método Kaizen’? Busquemos la forma de acercarnos a nuestro objetivo.
-El tercer paso es convencernos que podemos hacerlo y confirmar que, poco a poco, lo estamos logrando. Porque con cada acción que hacemos por intentar llegar a nuestro objetivo estamos más cerca de él. Y si tomamos conciencia de ello le habremos ganado la batalla al ‘no puedo’. ¡Lo estamos haciendo! Y ya nadie –ni siquiera nosotros mismos- puede convencernos de que no podemos hacerlo.
Y cuando, en algún momento determinado, nos fallen las fuerzas o perdamos el ánimo recordemos casos como el de René o el de los deportistas paralímpicos de Río.
Para terminar, comparto con vosotros la adaptación de un cuento popular realizada por Eloy Moreno que leí hace un tiempo y que, creo, os servirá para reflexionar un poco más sobre el ‘no puedo’. Se titula ‘El niño que pudo hacerlo’:
“Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.
Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas. Golpeó, golpeó y golpeó hasta que con-siguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.
A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.
Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.
-Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente. ¿Cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.
Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.
-Yo sí sé cómo lo hizo -dijo.
-¿Cómo? -respondieron sorprendidos. -No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo”.
Y tú, ¿puedes hacerlo? Pues ¡hazlo! ¿A qué esperas?
Excelente artículo. A veces nuestros paradigmas pueden más q nuestra fuerzan interna. Gracias por tan interesante reflexión
Gracias a ti Ana lina por tu mensaje. Un saludo.
Sus palabras son muy alentadoras , muchas veces decimos eso que no puedo, pero al intentar , logramos hacer lo que pensábamos no se podía, hace falta un apoyo, o ser temerario para seguir adelante, usted con esas palabras nos ayuda
Muchas gracias Leonardo. Vuestros comentarios también son de gran ayuda para mí. Un saludo.
Me encanta toda las conferencias y reflexiones pero yo estoy un poco bloqueada y no se q hacer para reilusionarme…seria interesante x donde empezar, gracias x ayudar a tarta gente
Para empezar hay que proponérselo en firme. Y, sobre todo, ver que la otra opción, la de resignarse no es una opción sino un suicidio cotidiano. Así que, ¡vamos a por la ilusión! Sé que en ocasiones es un poco más difícil, pero te aseguro que ´vale la pena y que día a día notarás los beneficios en tu vida. Empieza por valorar lo que tienes, las pequeñas cosas de tu día a día….