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Sonrisas. Hacen falta. ¿Te atreves a sonreírle al mundo?

Sonrisas

Sonrisas. Hoy quiero hablaros de la falta que tiene el mundo de personas que sonrían al mundo. Con la mirada, con las palabras, con los gestos, con el corazón… ¿te animas a sonreír a los que te rodean? Y, sobre todo, ¿te animas a provocarles una sonrisa con tus acciones?

Este es el segundo reto que os planteo en este difícil año que acaba de comenzar. Y, como siempre, quiero que acompañemos esta reflexión con un cuento que he encontrado y del que desconozco el autor, pero que me ha llamado la atención. Se titula, ‘El caballero y el mundo’.

“Érase una vez uno de esos caballeros que triunfan en todos los cuentos y fábulas y que, cansado de tanto éxito, decidió visitar el mundo real. Al llegar, vio que no había princesas que salvar ni dragones que derrotar, sino gente muy triste, corriendo de un lado a otro sin hablar entre ellos y con la misma cara de susto que los seres de los cuentos a los que solía salvar.

De pronto, el caballero había encontrado una aventura nueva y apasionante: descubrir por qué aquellos seres estaban tristes y tenían miedo si en ese mundo no existían los dragones. Cansado de indagar sin encontrar respuesta, decidió preguntar a un sabio:

  • “¿Cuál es ese ser invisible que atemoriza a los habitantes de este mundo?”

El sabio respondió:

  • “No puedes derrotarlo, es una batalla perdida”.

Y le explicó que, puesto que en este mundo no existían los ogros ni los dragones, se inventaron cada uno un enemigo hecho a su medida.

Cansado de luchar contra los enemigos invisibles, el caballero se fue a caminar y tropezó con su propia espada cayendo de cabeza ante la risa a carcajadas de un pobre campesino que pasaba por ahí. Al ver el brillo de la felicidad en sus ojos el caballero se dio cuenta de que no necesitaba espada y escudo, sino un motivo para sonreír.

Y así fue como el caballero logró una vez más su victoria en el cuento: al frente de un ejército de libertadores se dedicó a llenar de sonrisas el mundo de los humanos”.

¡Qué maravilla! Su tarea era llenar de sonrisas el mundo de los humanos. ¿No es un trabajo precioso? Pues tengo una muy buena noticia, ¡todos podemos hacerlo! ¡Os lo aseguro!

Cuando repartimos sonrisas y provocamos la sonrisa en los demás contribuimos a romper la negatividad que existe en el ambiente, contribuimos a superar la tristeza, rebajamos el tono de los enfados…y, sobre todo, conseguimos que haya quien nos devuelva esa sonrisa y ¡comience una cadena para hacer sonreír al mundo!

Veréis, la sonrisa es tan importante que, incluso, hace unos años se instauró un Día Mundial de la Sonrisa -que se celebra el primer viernes de octubre-. Se trata de intentar ver el lado bueno de las cosas. ¡Y lo sé! A veces es complicado. Sumidos como estamos en una crisis mundial a todos los niveles no resulta fácil buscar el lado bueno, pero ¡seguro! que cada día encontramos un motivo para sonreír: puede ser cualquier pequeño logro en el trabajo, una comida que nos ha salido especialmente sabrosa, esa ayuda que hemos podido prestar al vecino que necesitaba una mano amiga, esa mirada de amor que hemos dirigido a nuestros mayores a través de la pantalla, esa nota de felicitación del profesor de tu hija… ¡seguro que todos los días podemos encontrar algo para sonreír y mostrar nuestra sonrisa a los demás!

Pero, si todavía no estáis convencidos, os contaré que existen estudios que avalan que quien se ríe a menudo tiene un menor riesgo de contraer enfermedades, además la risoterapia contribuye a reducir en un 60% el tiempo de recuperación tras una enfermedad… ¿Qué os parece? En un año en el que la salud se ha convertido en más prioritaria que nunca, ¿probamos a sonreírle al mundo?

En otras ocasiones os he dado este dato: Los niños llegan a reír hasta 400 veces al día… ¿Qué nos pasa cuando crecemos? ¿Por qué los adultos apenas reímos entre 15 y 40 veces diarias?

Os propongo que -ya que tenemos tan cerca la pasada Noche de Reyes en la que todos nos volvemos un poco niños de nuevo- retomemos también la costumbre de repartir sonrisas…

Cuando nos levantemos, ¡sonriamos! Comienza un nuevo día y debemos estar más que agradecidos por ello. Utiliza la sonrisa para agradecer ese nuevo amanecer. Da las gracias por tener una familia, o un trabajo… por poder pasear un rato al aire libre y siéntete afortunado. Porque cuando nos sentimos afortunados, sonreímos.

Si consigues levantarte sonriendo en lugar de enfurruñado o en un estado neutro… ¡conseguirás cambiar tu día! Porque tu actitud hacia las cosas que pasan habrá cambiado. Y, cuando consigas cambiar tu día, sin darte cuenta ¡también cambiarás el día de los demás! ¿No es una maravilla tener el poder de cambiar hacia una percepción más positiva el día de alguien? ¡Y todo ello por una sonrisa!

¿Te has dado cuenta de lo que eres capaz de cambiar cuando te concentras en mover ese músculo del cuerpo, cuando te propones sonreírle a la vida…?

Este año, te animo a cambiar el mundo -tu mundo- a través de tu sonrisa, ¿te atreves a aceptar el reto? ¿Ya has sonreído hoy? ¿Te animas a sonreírle al mundo?

Este post está dedicado especialmente a mi amigo Jaime Merino, antiguo jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital de San Juan, en Alicante, que promovió el Día de la Sonrisa en dicho Hospital y que el 14 de enero cumple 75 añitos. Espero que esto lo haga sonreír, tanto como nos ha hecho sonreír a los demás.

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