Valentía. Esta semana reflexionamos acerca de la valentía. ¿Os atrevéis a reflexionar conmigo? Para comenzar con esta reflexión me gustaría que os hicierais esta pregunta:

• ¿Cuántas cosas te has perdido por miedo a intentarlo, por no atreverte, por temor a no ser capaz?

¡Seguro que alguna!, ¿verdad? Pues, precisamente, quiero que reflexionemos juntos sobre la necesidad de atreverse, de ejercitar la valentía para alcanzar eso que tanto ansiamos…

He escogido un cuento que me parece que puede ayudarnos con esta reflexión, que se titula ‘Dos bonzos y una peregrinación’.

“En la montaña Emei, había muchos monasterios. Los bonzos (sacerdotes budistas) de los grandes monasterios eran muy ricos y los de los pequeños monasterios, muy pobres.

Un día, un bonzo de un pequeño monasterio fue de visita a un gran monasterio con el fin de despedirse, pues partía en peregrinación a Putuo, una isla del mar del Este. Putuo queda a miles de kilómetros de la montaña Emei; es necesario escalar altas montañas y atravesar muchos ríos para llegar allí. Ese complicado viaje dura meses y a veces hasta años.

 Cuando el bonzo pobre puso al corriente de su proyecto al sacerdote del monasterio rico, éste quedó asombrado:

         – ¿Qué lleva usted para realizar su viaje?, preguntó.

         – Un jarro y una escudilla proveerán a todas mis necesidades. Recogeré el agua con mi jarro y cuando sienta hambre pediré alimentos de limosna con mi escudilla, contestó el sacerdote que iba a comenzar el viaje.

         – Yo también deseo realizar esa peregrinación; hace varios años que estoy preparándome – dijo el bonzo del monasterio más rico– pero nunca he podido ponerme en camino, pues siempre me falta algo. Temo que usted tome las cosas un poco a la ligera. ¡Este viaje no es tan fácil como usted cree!

Un año más tarde, al regresar de su viaje, el sacerdote que volvía de su peregrinación fue a saludar al bonzo rico de Emei y le contó cómo había sido su viaje a Putuo. Le narró las maravillas de su aventura y de todo lo que había experimentado al llegar a Putuo. Al finalizar, preguntó a su compañero del monasterio más rico cuando tenía pensado iniciar su marcha.

         A pesar de su desconcierto al saber que todo había resultado satisfactorio, el bonzo  confesó:

         – En cuanto a mí, aún no he terminado mis preparativos para el viaje”.

¿Qué os parece? ¿No es una enseñanza maravillosa la que nos deja la historia de estos dos sacerdotes?

¡Sí!, ya lo sé, es complicado tenerlo siempre todo listo. Estar preparado al cien por cien. Por mucho que nos empeñemos siempre habrá algo que se escape de nuestro control. ¡Y sí! Tan importante como estar preparado, formarse, conocer los pros y los contras, adelantarnos a nuestros problemas es atreverse. ¡Actuar con valentía!

Como siempre os digo, ¡sé que muchas veces no es fácil! Cuando pensamos en actuar nos acechan los miedos, tememos equivocarnos, que la dirección que hemos tomado no sea la adecuada… ¿verdad? Pero lo peor que nos puede pasar es no intentarlo. Porque si, ni siquiera nos arriesgamos ¿cómo vamos a conseguirlo?

Pero ser valiente no es no sentir miedo. Recordad que todos sentimos miedo en algún momento, incluso esas personas que nos parecen grandes valientes. La persona valiente es la que se atreve, a pesar del miedo, a dar el paso que tanto desea.

¿Qué necesitamos para actuar con valentía?

• Lo primero, reconocer nuestros miedos. ¡Sí! Puede parecer contradictorio, pero la persona más valiente es la que admite sus miedos y, a pesar de ello, se traza un plan para superarlos, para que no sean un impedimento, un obstáculo en su camino hacia sus sueños.
• No anticiparnos en las consecuencias negativas de nuestra actuación. ¿Por qué tenemos esa tendencia a pensar que todo nos va a salir mal? Para actuar con valentía hay que ver los pros y los contras, ¡por supuesto!, intentar minimizar los posibles efectos negativos, pero no centrarnos en ellos. Porque si nos concentramos en lo que puede salir mal, ¡nunca daremos el paso!
• ¿Y si en lugar de concentrarnos en lo malo pensamos en cómo vamos a disfrutar nuestro logro? Visualicemos cómo nos vamos a sentir cuando alcancemos ese objetivo. ¡Puede ser la fuerza que nos empuje a actuar!
• No pensar en el qué dirán. Muchas veces, el miedo al fracaso viene del miedo al qué dirán los demás si fracaso en ese proyecto. ¿Verdad? Las personas valientes actúan sin pensar en lo que los demás van a pensar, sino plenamente convencidas de que pueden conseguirlo.
• Tener confianza en uno mismo. ¡Qué importante es trabajar la autoestima y la confianza en nosotros mismos! Es importante para todo, pero fundamental cuando hablamos de valentía. Porque cuando confiamos en nosotros mismos, ¡poco nos importa un pequeño fallo o un esfuerzo extra! Sabemos que somos capaces de alcanzar ese sueño.
• Ser capaz de tomar decisiones. Para ser valiente hay que ser ágil en las decisiones. Porque cuando vemos que algo no funciona como queremos, hemos de tener la agilidad, rapidez y determinación para cambiar de dirección y enfocarnos de nuevo en nuestros objetivos.

Por último, me gustaría recordaros que siempre se dice que cuando llega el final de nuestra vida nos arrepentimos más de las cosas que no hicimos, de las oportunidades no aprovechadas, que de las veces en las que sí actuamos, aunque nos equivocáramos.

Y tú. ¿Cuándo vas a terminar con tus preparativos? ¿Cuándo te vas a decidir a comenzar tu viaje, tu propio viaje personal hacia tus sueños? ¿Te animas a actuar con valentía?