Honestidad para triunfar. ¿Qué os parece si esta semana reflexionamos sobre la importancia de la honestidad? Un valor que conlleva atreverse a ser uno mismo ante los demás, con todos nuestros aspectos a mejorar y todas nuestras virtudes y fortalezas, aunque a veces sea difícil.

¿Os atrevéis a ser vosotros mismos? ¿Actuáis con honestidad?

Para descubrirlo, he recuperado un cuento que me leí hace ya mucho tiempo y que ¡seguro! nos va a ayudar a reflexionar acerca de la presencia que la honestidad tiene en nuestra vida.

“Tang era un humilde súbdito en un reino del Lejano Oriente. Trabajaba el cobre y fabricaba magníficos utensilios que vendía en el mercado. Tenía una vida feliz y una alta autoestima. Tan solo le quedaba encontrar a la mujer de su vida porque ansiaba contar con una familia a la que cuidar y que le cuidara cada día.

Un día, un mensajero del Rey llegó para anunciar que Su Majestad deseaba casar a su hija con el joven más honesto y con mayor autoestima del reino. En el día estipulado, Tang se dirigió al Palacio y se encontró con cientos de jóvenes pretendientes.

El Rey los miró a todos y le pidió a su criado que les diese a cada uno cinco semillas de flores. Después, les rogó que regresaran en primavera con una maceta de flores salidas de las semillas que habían recibido.

Tang plantó las semillas, las cuidó con esmero, pero de allí no salió nada: ni brotes, ni flores. Desesperado, en la fecha convenida, Tang cogió su maceta sin flores y partió hacia el castillo. Los otros pretendientes llevaban macetas con flores magníficas, y se burlaban de Tang y de su maceta de tierra sin flores.

Entonces, el Rey pidió a cada uno de ellos que pasaran ante él para presentarle sus macetas.

Cuando le tocó el turno a Tang, llegó algo intimidado ante el Rey y le dijo:

• “No germinó ninguna de las semillas, Majestad”.

A lo que el rey respondió:

• “Tang, ¡quédate junto a mí!”

Cuando todos los pretendientes terminaron de desfilar con sus macetas llenas de flores, el rey los despidió a todos salvo a Tang. Al instante, anunció a todo el reino que Tang y su hija se casarían el verano próximo ante la sorpresa del pretendiente y de todos los demás aspirantes a contraer matrimonio con la hija del monarca.

Un día, Tang le preguntó al rey, su suegro:

• “Majestad, ¿cómo es que me elegisteis como yerno si mis semillas no habían florecido?”
• “¡Ninguna semilla podía florecer! Hice que hirvieran durante toda la noche y tú fuiste el único en tener bastaste autoestima y consideración hacia los demás. Te comportaste de forma honesta. ¡Era un hombre así el que yo quería como yerno!”

Actuar de forma honesta, ser honrado hizo que el joven súbdito consiguiera su sueño de formar una familia y de hacerlo con la hija del Rey.

¿Cómo podemos reconocer a las personas honestas?

• Lo primero. No les importa el qué dirán los demás. Porque cuando se actúa en función de lo que los otros van a pensar de nuestros hechos tenemos el riesgo de poner en peligro nuestra honradez, de temer mostrarnos como somos realmente y de construir un personaje ficticio que poco tiene que ver con nosotros y nuestra esencia sin tener en cuenta lo que de verdad pensamos, queremos o deseamos.
• Actúan de acuerdo a sus valores. Y, por lo tanto, al no estar influenciados por el qué dirán, son capaces de defender lo que creen correcto. Se respetan a sí mismos y respetan a los demás.
• Admiten sus errores y conocen sus límites. Esto no significa que sean conformistas, ¡en absoluto! Más bien, el ser capaces de reconocer los errores y los límites les puede ayudar a superarlos, a aprender de los errores y a buscar la forma de ir más allá de sus limitaciones actuales.
• La autenticidad va ligada a la honestidad. Porque cuando una persona es honesta también es auténtica. Se muestra como verdaderamente es. Sin disfraces. Por lo tanto y, para terminar, las personas honestas inspiran: confianza.
• Cuando conoces a una persona honesta, ¡confías plenamente en ella! Porque se muestra tal y como es, y es capaz de decirte lo que realmente piensa. Una persona honesta es muy buena compañera de vida….

¿Os reconocéis en alguno de estos rasgos?

¿Reconocéis a alguien cercano en ellos?

Seguro que todos tenéis cerca a alguna de estas personas. Y seguro también que valoráis muchísimo su forma de ser. Ese amigo o esa amiga a la que tenéis de confidente y que tanto os ayuda con sus opiniones; ese familiar que te acompaña en tus decisiones, que te guía, pero te deja capacidad de acción; ese compañero de trabajo que te da su apoyo cuando más lo necesitas, pero que no se atribuye el mérito de tus logros… Porque las personas honestas, se dan a los demás al 100%, les guían sin más interés que actuar de forma honrada, no critican y se alegran del éxito de sus amigos.

¿Ahora entendéis por qué comenzaba el post con la frase: honestidad para triunfar? ¡Claro que sí! Porque actuando así es mucho más fácil alcanzar el triunfo en nuestro plano personal y laboral, ¿no os parece?

Y vosotros, ¿os animáis a practicar la honestidad en vuestro día a día para alcanzar el triunfo?