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¿Tienes sueños? ¿Te atreves a ir a por ellos?

sueños

Sueños. Esta semana quiero hablar de esos sueños que todos tenemos.  Porque todos los tenemos en algún momento de nuestra vida, pero ¿todos nos atrevemos a ir a por ellos? Y tú, ¿Te atreves a ir a por tus sueños?

Hoy, en lugar de un cuento o una fábula, os he traído una historia real. La historia de un soñador que leí hace unos días en una web oficial de Honda y que me recordó lo importantes que son los sueños y lo importante que es que seamos fieles a ellos. Se trata de la historia del fundador de la marca, el industrial japonés Soichiro Honda.

El fundador de una de las más importantes firmas automovilísticas tuvo orígenes humildes. Madre tejedora y padre herrero. Dejó de estudiar con solo siete años y comenzó a trabajar en el taller en el que su padre compraba bicicletas rotas para arreglarlas y venderlas. Las piezas de las bicicletas rotas fueron sus juguetes.

Cuando cumplió 15 años, Soichiro se fue a Tokio, dónde comenzó su trabajo en un taller como aprendiz. Allí, los propietarios diseñaban coches de carreras durante la noche. Fue allí donde Soichiro pasó de aprendiz a piloto mecánico y ayudó con la construcción del Curtiss, un coche de carreras que llegó a ganar campeonatos.

Después de seis años trabajando en Tokio, regresó a su provincia natal donde los dueños del taller de Tokio le pusieron al frente de su taller en una ciudad cercana a su pueblo. Durante su juventud Honda menospreciaba la educación convencional. “Si la teoría promoviera la creatividad todos los profesores habrían sido los inventores”, solía decir. Ya no tan joven y tras varios años al frente de su propio taller, reconoció que estudiar podría serle útil e ingresó en la escuela técnica de Hamamatsu. Sin embargo, el romance no terminó bien. Honda fue expulsado al negarse a hacer el examen: lo que le interesaba eran los conocimientos, no el diploma.

Honda vivía en el taller, trabajaba sin descanso y todo su tiempo libre lo dedicaba a construir coches de carreras. En 1938 participó en un rally junto al río Tama, una carrera que casi le costó la vida. Su coche corrió a velocidad de vértigo (120 km/h) y poco antes de llegar a meta colisionó con un coche que había parado de repente. Dio tres vueltas en el aire y salió con un brazo roto, el hombro dislocado y la cara dañada. Los siguientes tres meses los pasó en el hospital.

A Honda le tocó vivir dos conflictos bélicos casi simultáneos, la guerra sino–japonesa (1937–1945) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), durante los cuales su negocio sobrevivió gracias a los aros de pistón que proveía a Toyota, que más tarde se convertiría en su principal competencia. Los aros de pistón habían sido diseñados durante los años anteriores por el propio Honda y le costaron sudores y lágrimas antes de conseguir superar las pruebas de calidad de Toyota.

Cuando terminó la guerra, con su negocio destruido por las bombas, decide no reconstruir la fábrica y vende el negocio a Toyota. Con parte del dinero de la venta compra un tanque de alcohol, lo instala en su jardín y anuncia que se toma el año de descanso, haciendo whisky casero para familiares y amigos.

A pesar del desastre de la guerra a Honda le llegará el éxito muy poco después. En 1946 Honda abre una fábrica bajo el rimbombante nombre de Honda Technical Research Institute, donde producirá motores para motocicletas. Y entonces ideó el invento que le propulsó hacia el éxito: instaló el motor de una pequeña radio militar, que había recogido en casa de un amigo, en una bicicleta, construyó un depósito con una bolsa de agua caliente usada y lo llenó de aceite. El invento se popularizó bajo el nombre de «chu-chu» por el ruido que hacía y se vendieron 1.500 unidades. En 1947 el «chu-chu» se rediseñó y dio lugar a la famosa Honda A-Type, el primer invento de Honda que salió al mercado.

Animado por el éxito de la Honda A-Type, en 1948 Honda convierte el Institute en la actual Honda Motor Company, Ltd.”

¿Cómo se pasa de jugar con piezas rotas de bicicletas a fundar una de las principales fábricas de motor del mundo? Creo que la historia de Sochiro Honda se puede resumir en tres palabras: sueños, pasión, persistencia.

Como he comentado al inicio del post, todos tenemos algún sueño:

Cuando somos niños queremos ser como ese superhéroe que nos deja boquiabiertos en cada aparición o como ese médico que tanto admiramos, queremos ser actores, bailarines, futbolistas…

Cuando vamos creciendo queremos conseguir ser independientes, tener ese trabajo que nos llena, que nos gusta y nos permite una vida tranquila. Queremos viajar, ayudar a los demás, ser los mejores en lo nuestro, escribir, dar conferencias, liderar un equipo…

Pero ¿qué hacemos para conseguirlo? ¿Qué pasos damos hacia nuestros sueños? ¿Somos capaces de levantarnos cuando nos caemos, cuando nos parece que hemos dado un paso atrás, que no vamos a poder conseguirlo? Ahí, en ese momento, es en el que tenemos que ser más fuertes, para no quedarnos de brazos cruzados, para no dar todo lo conseguido por perdido. ¡Por una vez os quiero pedir que no os conforméis! ¡No os conforméis con llevar una vida de 5 si sois capaces de llevar una vida de 8! ¿Qué requiere esfuerzo? ¡Por supuesto! Pero os aseguro que también os dará mucha satisfacción. Porque cumplir sueños con el esfuerzo de uno mismo… ¡es muy grande!

¿Cómo hacerlo? ¿Cómo ser tan persistente como Soichiro Honda y no desanimarse por nada?

  • Lo primero, ten muy claro tu sueño. Reconoce en él tu pasión, que sea algo que deseas de verdad. Que alcanzarlo te motive a cualquier esfuerzo, que lo ames, que sea una meta preciada -de verdad- para ti.
  • Diseña un plan de acción. Siempre os lo digo. Un plan con pequeños objetivos que vayamos cumpliendo. Un paso tras otro. Que nos permita ese pequeño respiro, esa pequeña alegría del deber cumplido, de la pequeña meta alcanzada, que nos haga vernos más cerca de ese sueño ansiado.
  • Cuando pienses que no puedes más… ¡descansa! Respira. No eres ese superhéroe de tu infancia. Eres una persona real, con un sueño, pero que tiene sus altibajos. Cuando estés en lo más bajo echa la vista atrás. ¿Qué ves? ¿Te gusta el camino recorrido? ¿Te acuerdas cuando empezaste? Haz balance de todo lo bueno que has conseguido y aprende de los errores, de las equivocaciones… ¡te ayudará a superar este nuevo bache!, ¡a salir fortalecido de esta situación!
  • Y cuando alcances el sueño, felicítate. Siéntete orgulloso. Descansa y disfruta. Trabaja por mantenerlo y ¡ve a por un nuevo sueño!

Porque la vida es mucho más bonita, está mucho más plena, cuando se tienen sueños que compartir, sueños que alcanzar, metas que conquistar…

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