Comprender y aceptar. ¿Perdonas los errores de los demás?

Comprender y aceptar. ¡A veces cuesta! ¿Verdad? Esta semana -ya tan cercana a la Navidad- os quiero invitar a hacer un pequeño examen de conciencia. Quiero que reflexionemos sobre si somos comprensivos, si aceptamos los errores de los demás, si sabemos perdonar.
Y, para comenzar, como es habitual os he traído una historia. En este caso, se trata de ‘La parábola de los 10 perros del Rey’. Os invito a leerla y a reflexionar con ella:
“Cuentan que el último rey de una comunidad tenía diez perros salvajes. Los usaba para torturar y para hacer que se comieran a cualquiera de sus servidores que cometiera un error.
Uno de los criados hizo un mal trabajo y al rey no le gustó en absoluto. Por lo que ordenó que el sirviente fuera arrojado a los perros.
El sirviente dijo:
- Yo te serví durante diez años Majestad y nunca he cometido ningún error. Por favor, dame diez días antes de lanzarme a los perros en señal de reconocimiento por todos estos años.
El rey se los concedió.
Durante esos diez días, el criado se dirigió al guardia que se ocupaba de los perros y le dijo que le gustaría servir a los perros durante diez días. El guardia estaba desconcertado, pero accedió a ello. Durante diez días, el criado se volcó en la alimentación de los perros, la limpieza de sus casetas, en el baño y les ofreció todo tipo de confort.
Cuando los diez días terminaron, el rey ordenó que el sirviente fuera arrojado a los perros para su castigo. Cuando el criado fue lanzado a los perros todos se sorprendieron de ver a los perros voraces que lo único que hacían era lamer ls piea y la cara del criado mientras movían las colas con alegría.
El rey, desconcertado ante lo que estaba viendo, dijo gritando:
- ¿Qué es lo que ha sucedido con mis perros?
El sirviente respondió:
- Serví a los perros sólo diez días y ellos no olvidaron mis servicios. Sin embargo, le serví a usted durante diez años y se olvidó de todo, cuando cometí un error.
El rey se dio cuenta de lo injusto que había sido su comportamiento y ordenó que el criado fuera puesto en libertad”.
Y tú, ¿te olvidas de todo lo bueno que una persona ha hecho por ti cuando comete una equivocación? ¿Eres capaz de perdonar los errores? ¿Perdonas los fallos? ¡Lo sé! Hay muchos tipos de errores, muchas maneras de equivocarse… pero ¿hasta dónde somos capaces de perdonar? ¿Somos capaces de hacer un ejercicio de comprender al otro para saber lo que le ha llevado a realizar esa acción que tanto nos ha molestado? ¿Nos ponemos en su lugar para averiguar por qué se ha equivocado?
Me gustaría que, ahora que el año está a punto de finalizar, hiciéramos un ejercicio de memoria y ¿por qué no decirlo?, también un ejercicio de humildad.
Porque, por una parte, quiero que recordemos todas esas ocasiones en las que nos hemos comportado con alguien como el Rey de la parábola y hemos saltado al primer error que ha cometido. Puede que nos haya pasado en el trabajo con un compañero, pero puede que haya sido en el plano personal con nuestros hijos o nuestra pareja, con nuestros hermanos, con nuestros amigos. Cuando encontremos ese momento os invito a preguntaros: ¿Fue justa vuestra reacción? ¿Os parasteis a pensar por qué había pasado esto? ¿Hicisteis un esfuerzo para comprender la situación? ¿Os preocupasteis de recordar y ‘valorar’ todo lo que anteriormente había hecho bien esa persona? Si la respuesta es que sí, ¡enhorabuena! pero si al analizar vuestro comportamiento creéis que no fue del todo adecuado… os invito a seguir leyendo.
Porque, como os decía, se trata también de hacer un ejercicio de humildad. En ocasiones es útil porque nos ayuda a ponernos en el lugar del otro…Por eso, me gustaría que reflexionarais sobre vuestros propios errores. ¡Todos los cometemos en alguna ocasión! ¿Verdad? ¿Cómo reaccionaron los que estaban a vuestro alrededor? ¿Cómo se comportaron todas esas personas a las que les afectaban vuestra acción? ¿Os gustó su forma de afrontar ese momento? Si es así, ¿A qué esperáis para aprender de ellos?
Os propongo que como reto para estas fiestas os marquéis el esfuerzo de comprender, aceptar y perdonar los errores de los demás. ¿Qué tal si este año en las reuniones familiares o de trabajo aceptamos a todos tal y como son? ¿No os parece una maravillosa muestra de amor en unas fiestas en las que debe primar el amor, la comprensión y la concordia?
Cuando comprendemos y aceptamos a los demás, valoramos más allá de las acciones, de lo que hacen bien y de lo que no hacen tan bien, somos capaces de ver lo bueno en cada cosa que hacen y de no dar importancia a esos pequeños errores. Se trata de ver lo mejor de cada uno y ayudarles todo lo que sea posible en las dificultades o en las equivocaciones. Porque no se trata de silenciar la equivocación sino de ser proactivo, de ponerse en acción para ayudar a esa otra persona a superar ese momento de equivocación, de error…
Comprender y aceptar a esa persona. Sin intentar cambiar a nadie. Ayudarle a superar los errores. Sin castigos y sin olvidarnos que nosotros también nos equivocamos y que lo mejor que pueden hacer por nosotros en ese momento es ayudarnos a superar esa situación que hemos creado sin querer hacerlo.
¿Te atreves a comprender y aceptar? ¿Te atreves a perdonar los errores de los demás?