Creencias potenciadoras. ¡Alíate con tu mente!

Creencias potenciadoras. ¡Alíate con tu mente! Ya sabes que existen las creencias limitantes, ¿verdad? En otras ocasiones, hemos reflexionado acerca de ellas. Hoy quiero invitaros a que comencéis a trabajar con vuestra mente. A entrenar otro tipo de creencias, las potenciadoras. Las que te pueden ayudar con tus proyectos, con tus metas, con tus sueños.
¿Te animas a reflexionar conmigo?
Para comenzar, os relataré un cuento que algunos atribuyen a Jorge Bucay y otros dicen que es una historia real, pero que, en todo caso, nos puede ayudar a comprender mejor el porqué hemos de dejar atrás las creencias limitantes.
“Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo. De repente, un derrumbe los dejó aislados del exterior sellando la salida. En silencio cada uno miró a los demás. Por su experiencia sabían que el problema sería el oxígeno. Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, como mucho, tres horas y media.
Mucha gente en el exterior sabía que estaban allí atrapados, pero un derrumbe como ese significaba horadar otra vez la mina, ¿podrían hacerlo antes de que se terminase el aire?
Los mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxígeno que pudieran. Acordaron hacer el menor esfuerzo físico, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron en silencio en el piso. Era difícil calcular el tiempo que pasaba. Uno de ellos, tenía reloj. Hacía él iban todas las preguntas: ¿Cuánto tiempo pasó?, ¿cuánto falta?, ¿y ahora? El tiempo se estiraba, cada minuto parecía una hora y la desesperación agravaba más la tensión.
El jefe se dio cuenta de que, si seguían así, la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. Ordenó al que tenía el reloj que sólo él controlara el paso del tiempo y avisara cada media hora.
Cumpliendo la orden, a la primera media hora dijo “ha pasado media hora”. Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire. El hombre del reloj se dio cuenta de que, a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba. Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morir sufriendo. Así que la próxima vez que les informó la media hora habían pasado 45 minutos. No había manera de notar la diferencia.
Apoyado en el éxito del engaño, la tercera información la dio casi una hora después. Así siguió el del reloj, cada hora completa les informaba que había pasado media hora. La cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en qué cámara estaban atrapados y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas. Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos. Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia. Era el hombre que tenía el reloj”.
¿Hasta qué punto una creencia puede conducirnos al éxito o al fracaso? ¿De verdad nuestra manera de pensar puede ayudarnos a conseguir nuestros objetivos? ¿Y si en lugar de boicotearnos decidimos trazar una alianza con nosotros mismos? ¿Pueden entrenarse las creencias?
Todas estas preguntas tienen la misma contestación: un sí rotundo. Veréis, una creencia es considerar como cierto o seguro un hecho, se trata de dar por cierto alguna cosa, aunque no tengamos un aval científico de ello, aunque no lo podamos demostrar empíricamente. Es muy fácil entenderlo, por ejemplo, cuando nos referimos a creencias religiosas.
Pero ¿hasta qué punto las creencias que tenemos sobre nosotros mismos pueden ser un obstáculo o, por el contrario, un aliado? Os aseguro que nuestra manera de pensar tiene mucho que ver con los acontecimientos de nuestra vida. Es muy importante prestar atención al filtro desde el que vemos la realidad, nuestra realidad.
¿Y si entrenamos las creencias potenciadoras y dejamos atrás las que nos limitan?
Lo primero que debemos hacer es encontrar cuáles son esas creencias que nos frenan. ¿Cuántas veces te has repetido a ti mismo que eres malo en algo? En los números, en el deporte, en la cocina, en hablar en público, en enseñar… ¿Cuántas veces te has visto obligado a hacer algo de eso en lo que te consideras tan malo y has logrado un resultado satisfactorio, incluso, muy bueno? ¿De verdad que valía la pena tanto temor a hacerlo? ¿A que no era necesario dejar de cumplir un sueño por esa creencia que ahora ves tan absurda?
Una vez localicemos esas creencias. ¿Qué podemos hacer para modificarlas o para anular su influencia?
-Selecciona. Se trata de modificar nuestra manera de ver las cosas y de silenciar todos esos pensamientos que nos hacen ver las cosas de forma limitante. No estoy diciendo que dejemos de lado los hechos, sino que no nos dejemos influenciar por nuestras creencias limitantes en torno a estos hechos. Que seleccionemos lo que es objetivo.
-Toma consciencia de esos hechos y piensa si, de verdad, te afecta tanto como pensabas cuando los estabas viendo desde el prisma de tus creencias limitantes o si, por el contrario, despojado de ellas te ves capaz de afrontarlos.
-Y ahora, una vez modificada o anulada esa creencia, ¡elige una nueva! Y que te dé alas para alcanzar eso que tanto anhelas. Elige la forma de ver esa dificultad como una oportunidad. Cambia tu forma de ver los problemas y elige ver retos. ¡Y entrena, entrena y entrena! Entrena en escoger un filtro para ver la vida que te empuje a seguir avanzando. Al fin y al cabo, las creencias que tenemos no son otra cosa que actitudes que hemos aprendido desde nuestra infancia de personas con las que hemos compartido momentos de nuestra vida o de experiencias que hemos vivido. Y eso es una buena noticia, porque nos enseña que podemos aprender nuevas creencias que nos empujen a conseguir eso que tanto queremos, ese sueño, ese objetivo laboral o personal…
¿Te animas a transformar tus creencias limitantes en creencias potenciadoras? ¿Te atreves a aliarte con tu mente?