La felicidad y el éxito
Felicidad y éxito. Esta semana os lanzo una reflexión acerca de la felicidad. ¿Qué es para cada uno de nosotros la felicidad? ¿Qué nos hace felices? ¿Está la felicidad vinculada al éxito? Y, en ese caso, ¿qué es el éxito para cada uno de nosotros?
Puede que, en esta ocasión, haya sido demasiado ambicioso en mi reflexión. Pero os confieso que me vino a la cabeza cuando leí una carta al director escrita por Carolina Vázquez que se publicó en el diario El País y que dice lo siguiente:
“Mi hija quiere ser segundo violín. No primero ni solista, ella lo que quiere es tocar tranquila en un segundo plano, porque eso le hace feliz. Pero el mundo está hecho para los que quieren ser famosos, para los que sueñan con ser los primeros. En el colegio se premia a los que levantan la mano, los que exhiben sus logros y se sienten cómodos siendo el centro de atención. En la universidad se premia a los que dan su opinión, a los que no se mueren de angustia ante la posibilidad de exponerse en público. Y en lo que respecta al mercado laboral, se premia a los que alzan su voz por encima de los que hablan bajito, aunque aquellos no digan nada nuevo. Para ese mundo, convertirse en segundo violín de una orquesta no es lo que una niña debería querer ser de mayor. Pero el problema no es de ella, sino de ese mundo. Porque la maravilla de una sinfonía sólo es posible gracias a los que sueñan con ser segundos violines. Ese mundo está mal y no lo sabe. Aún.”
¡Menuda reflexión! ¿No os parece? ¿Cuántos de nosotros no nos hemos sentido así? ¿Cuántos de nosotros estamos cómodos en el mismo lugar que esa niña que aspira a ser segundo violín? Y, sobre todo, cuántos de nosotros somos capaces de reconocer el valor de ser segundo violín.
Os aseguro que querer ser segundo violín no significa resignarse, ¡en absoluto! Debes trabajar para ello, ensayar, estudiar, practicar, pero ¡sobre todo! disfrutar de la melodía que se forma gracias a tu colaboración. Y que eso te haga sentirte feliz. Porque formas parte de ella. Haces que ese sonido sea posible.
Ya reflexionamos en una ocasión acerca de la felicidad de las pequeñas cosas, ¿os acordáis? La felicidad de esos pequeños momentos que nos llenan, que nos colman de bienestar…
Pero además de esa felicidad, el éxito para muchos de nosotros se alcanza -como le ocurre a esa niña- cuando la melodía de esa orquesta de la que formamos parte se escucha perfecta. ¡Porque somos una parte importante de ella!
Una madre o un padre es feliz cuando consigue que sus hijos también lo sean. Cuando la melodía de la familia es armónica. Cuando cada componente ocupa su lugar en la orquesta familiar y conseguimos que todo fluya. Es entonces cuando sentimos que hemos alcanzado el éxito.
¿Y en el trabajo? Todas las partes cuentan. Todas. ¿Podríamos trabajar en una oficina, por ejemplo, si no hubiera una o varias personas que se ocuparan de la limpieza? ¿Podríamos pilotar el avión sin el mantenimiento oportuno? ¿Podríamos…?
El mundo está lleno de segundos violines que hacen que la melodía funcione. Pero, a veces, no nos damos cuenta de que son importantes, imprescindibles, necesarios y solo prestamos atención al primer violín.
Mirad, en este post, aunque no lo creáis también os estoy hablando de superación y respeto. De respetarse a uno mismo y ser capaz de ir contracorriente para hacer lo que verdaderamente nos hace felices. De la superación que nos hace falta para conseguir eso que nos hemos propuesto que, ¡puede que no sea lo que el resto desea!, pero es nuestro éxito personal.
Me gustaría concluir la reflexión de esta semana con unas claves:
-No renuncies nunca a tus sueños. No importa que el resto no los comprenda. Son tus sueños y es lo que tú quieres hacer. No te dejes influir por el ‘ya que estás, ve a por…’ Porque igual ese no es tu sueño. Si quieres ser primer violín ve a por ello, si tu sueño es ser segundo violín, trabaja para ello y si quieres dirigir la orquesta, ¡a por ello! Pero que sea lo que verdaderamente deseas tú. Ahí radica el secreto del éxito.
-Valora siempre a toda la ‘orquesta’. Recuerda que sin todos ellos la melodía no sonaría igual. No hay trabajo menor. Lo importante es el trabajo bien hecho, el que te permite sentirte orgulloso y el que te hace feliz con el resultado.
-Olvida el qué dirán. Presta atención solo a las personas que amas y te aman. El resto de las opiniones son, eso, opiniones que, la mayoría de las veces no has pedido, y que no están hablando de tus sueños sino de los suyos.
-Parad de vez en cuando para felicitaros. Para sentiros felices por lo que habéis conseguido. Valorad vuestra aportación en un proyecto, en un trabajo. Sentiros parte de ese equipo de trabajo. Disfrutad del resultado y de esa sensación íntima de satisfacción que nos aporta ¡El éxito!
¿Os animáis a reivindicar la felicidad en cada proyecto que iniciéis? ¿Os atrevéis a perseguir vuestros sueños?