Amor y vida. El valor de la amistad
Amor y vida. ¿Os parece que comencemos el primer post de este mes dedicado a la Navidad con una reflexión sobre la importancia del amor en la vida? Del amor de la familia, de la pareja, pero en especial, en este post me gustaría poner un énfasis especial en el valor de la amistad.
¿Has experimentado alguna vez en tu vida el amor de algún amigo? ¡Seguro que sí! Y otra pregunta más, ¿has demostrado tu amor por tus amigos?
Cuando en mi libro ‘Reilusionarse’ hablo del amor hago referencia a los amigos: “Los amigos son esa familia escogida, con mesura y cariño, que te va a acompañar durante tu vida. Unos, fugazmente, otros durante más tiempo, y algunos durante toda tu vida. Seguro que tienes algún amigo al que no te hace falta ver a diario, al que no llamas tanto como quisieras, pero que sabes que si sucediese algo le llamarías. Es tu amigo del alma. El que puede escuchar cualquier cosa de ti, sin juzgarte. El que te acompaña, aunque no esté a tu lado físicamente…”
He querido recordar este párrafo del capítulo dedicado al amor de ‘Reilusionarse’ porque creo que puede resumir muy bien lo que es un amigo, pero para acompañarnos en la reflexión de esta semana he escogido una historia de Jean de la Fontaine ‘Dos amigos’, en la que narra lo que es una verdadera amistad.
“Esta es la historia de dos buenos amigos.
Cuentan que una noche, uno de los amigos despertó sobresaltado. Saltó de la cama, se vistió apresuradamente y se dirigió a la casa del otro.
Al llegar, golpeó ruidosamente la puerta y todos se despertaron.
Uno de los criados le abrió la puerta, asustado, y él entró en la residencia.
El dueño de la casa, que lo esperaba con una bolsa de dinero en una mano y su espada en la otra, le dijo:
- Amigo mío: sé que no eres hombre de salir corriendo en plena noche sin ningún motivo. Si viniste a mi casa es porque algo grave te sucede. Si perdiste dinero en el juego, aquí tienes, tómalo…Y si tuviste un altercado y necesitas ayuda para enfrentar a los que te persiguen, juntos pelearemos. Ya sabes que puedes contar conmigo para todo.
El visitante respondió:
- Agradezco mucho tus generosos ofrecimientos, pero no estoy aquí por ninguno de esos motivos… …Estaba durmiendo tranquilamente cuando soñé que estabas intranquilo y triste, que la angustia te dominaba y que me necesitabas a tu lado…La pesadilla me preocupó y por eso vine a tu casa a estas horas. No podía estar seguro de que te encontrabas bien y tuve que comprobarlo por mí mismo.
Un verdadero amigo no espera a que su compañero acuda hasta él, sino que, cuando supone que algo le sucede, corre a ofrecerle su ayuda. La amistad es eso: estar atento a las necesidades del otro y tratar de ayudar a solucionarlas, ser leal y generoso y compartir no sólo las alegrías sino también los pesares”.
¿No creéis que se trata de una historia maravillosa? Estar atento a las necesidades del otro sin necesidad de que nos lo pida. Estar en los buenos y malos momentos. Saber ser ese hombro en el que apoyarse, esos brazos en los que refugiarse y esa sonrisa con la que compartir alegrías. Esa es la verdadera amistad. Basada en el amor al otro.
Estamos pasando una época dura y hemos pasado mucho tiempo sin poder abrazar a esos amigos. ¿Por qué no aprovechamos estas fiestas que se aproximan para retomar esos encuentros? ¿Por qué no planificamos la Navidad anticipándonos a los deseos de esos amigos del alma que tanto hemos añorado?
¡No me canso de decirlo! El amor crece cuando se reparte. Todo el amor que das en la vida regresa multiplicado.
Tampoco me canso de decir que ¡hay que demostrar el amor que sentimos por los demás! No escatimemos en demostraciones de amistad por ‘miedo al ridículo’ o al ‘qué dirán’. Si queremos a un amigo, ¿por qué nos cuesta tanto decírselo? Si le hemos echado de menos, ¡digámoslo!
Me gustaría poneros deberes esta Navidad. Pero unos deberes llenos de amor y vida.
- Llamad a ese amigo al que hace tiempo que no veis o del que no tenéis apenas noticias.
- Programad un encuentro con él, siempre que sea posible.
- Decidle todo lo que le habéis echado de menos. Decidle que le queréis, que es importante en vuestra vida.
- Dedicadle tiempo. Escuchar a un amigo es en lo que mejor podéis invertir vuestro tiempo.
- Echadle una mano si os lo pide y, si no lo hace, ser capaces (porque habéis estado atentos) de detectar en qué podéis hacerle la vida más fácil.
¿Qué os parece? ¿Os sentís capaces de cumplir con estos deberes?
Si la respuesta es un ¡sí! ¡Vamos! ¡Adelante! Y ser conscientes de que, al mejorar la vida de vuestros amigos, estáis mejorando la vuestra… Ya os he hablado en otras ocasiones del ‘bálsamo de la amistad’, ¿verdad? Esa satisfacción que sentimos tras compartir unas horas de nuestra vida con amigos… Y de que cuando mejoramos nuestro pequeño espacio (nuestro jardín), cuando mejoramos nuestro jardín, contribuimos a mejorar el jardín común.
¿Qué tal si esta Navidad empezamos a plantar esas semillas de amor y vida en nuestro jardín? ¿Os apuntáis a este reto?