¿Te atreves a recuperar tu niño interior? ¡Vuelve a soñar!
Esta semana os propongo que recuperéis al niño que todos llevamos dentro. Que no os dejéis atrapar por los convencionalismos establecidos por la edad. Que volváis a soñar. Al ver que se estrena la nueva versión cinematográfica de la obra de Antoine de Saint-Exúpery ‘El Principito’ me han venido a la cabeza multitud de enseñanzas que recuerdo de este libro que nos habla de tantas cosas importantes en la vida de todos nosotros: de perseguir nuestros sueños, de buscar la verdad, de las excusas…
En primer lugar, me gustaría que os hicierais una pregunta:
¿Cuándo dejasteis de perseguir vuestros sueños?
Ojalá la respuesta de todos vosotros fuera nunca. ¡Enhorabuena si es así! Pero si eres de los que ya no recuerda ni siquiera cuáles eran sus sueños, te invito a que busques en tu interior. Te animo a hacer un ejercicio de memoria y a que busques tu ‘yo’ de cuando eras un niño, de cuando apenas tenías 6 o 7 años. ¿Con qué soñabas? ¿Qué ibas a ser cuando crecieras? ¿A qué ibas a dedicar tu vida? Si has cumplido algunos de estos sueños ¡genial! Si no lo has hecho y todavía lo deseas… ¿a qué esperas? ¿Qué te paraliza? Vuelve a ser un niño como cuando pensabas que todo era posible…conecta con tu infancia y ¡ve a por ello!
La segunda pregunta que me planteo al recordar el argumento de ‘El Principito’ es:
¿Cuándo se acabaron los porqués? ¿Por qué has dejado de preguntar?
A menudo, nos acostumbramos a dar por hechas cosas que ni siquiera sabemos si son ciertas. Cuando somos niños buscamos, ansiamos, perseguimos la ‘verdad’ de las cosas. Queremos saber cómo funciona, por qué sucede…, queremos conocer, tenemos inquietud por aprender, vamos de exploradores por la vida. Te invito a que recuperes esta curiosidad. Pregunta y te responderán. Y si no busca… aprende… aparca la vergüenza o los convencionalismos. Si quieres saber la ‘verdad’, ¡pregunta! Recupera tu curiosidad de la infancia.
Y, la última de mis preguntas es:
¿Cuándo dejaste de tener tiempo para contemplar las estrellas?
Párate y reflexiona cuándo fue la última vez que levantaste los ojos al cielo y te pusiste a contemplar las estrellas… ¡porque sí! ¡Sin más motivo! Y quien dice las estrellas, dice cuándo sacaste un día entre semana para ir a ver a tus padres o para jugar con tus hijos, o para visitar a ese amigo. ¿De verdad es tan importante lo que tienes que hacer? ¿Recuerdas tus días de niño? ¿Esos amigos del alma, ese amor incondicional a tus padres? ¿Qué ha pasado?
Cuando imparto una conferencia o un curso en alguna empresa siempre encuentro personas maravillosas a las que su edad les ha anulado su ‘YO’ infantil, las responsabilidades del día a día –a veces necesarias, pero muchas veces impuestas por nosotros mismos- les han hecho perder la frescura, la ingenuidad…pero, sobre todo, les han hecho olvidar sus sueños.
Con el recuerdo de ‘El Principito’ en la cabeza os invito a todos a dar sin esperar recibir algo a cambio, a aprovechar el tiempo con las personas a las que queréis y que os quieren, a dejar de buscar el reconocimiento y la admiración del resto en lugar de centraros en el trabajo bien hecho, a ser obcecados con vuestros sueños, curiosos con la vida y, en definitiva, a empezar a ver las cosas con los ojos del corazón.
Para finalizar, me gustaría compartir un extracto de la obra de Saint-Exúpery para reflexionar sobre algunos de nuestros pensamientos:
“Las personas mayores aman las cifras. Cuando les habla uno de un nuevo amigo nunca te preguntan de cosas esenciales. Jamás te dicen:
“¿Cómo es su voz? ¿Cuáles son sus juegos favoritos? ¿Colecciona mariposas?”
En cambio, te preguntan:
“¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto gana? ¿Cuánto gana su padre?”
Y, al obtener las respuestas a estas preguntas, creen ya conocer a las personas.
Si decimos a los adultos: “He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo…”, ellos no pueden imaginarse dicha casa. Es necesario decirles: “He visto una casa de cien mil francos”. Sólo así exclaman: “¡Qué hermosa es!”
Si les dices por ejemplo: “La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía, que era hermoso y que quería un cordero”, no lo entienden ni lo creen. Querer un cordero es prueba de que existe, entonces se encogerán de hombros y dirán que uno se comporta como un niño.
Si, en cambio, se les dice: “El planeta de donde venía es el asteroide B-612″, entonces quedarán convencidos y no harán más preguntas. Es así como son las personas mayores. Y no hay que reprocharles. Los niños deben ser muy condescendientes con las personas mayores”.
¿Te atreves a volver a soñar? ¡A por ellos!
Hola Luis!
Siempre nos das que pensar, y siempre en pensamientos positivos y motivadores. Es fácil olvidarse de soñar con esta ritmo de vida acelarado que llevamos actualmente, para eso estás tu para recordarnos lo que es verdaderamente importante: Vivir conectado a la vida, a nuestras emociones, a las personas que nos quieren, y a NUESTROS SUEÑOS, porque estos son el motor de nuestras vidas. Feliz semana soñadores de todo el mundo!
Feliz semana para ti también Silvia. Muchas gracias por tu mensaje.