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¿Qué es para ti el amor? ¡El amor de verdad!

El amor es lo único que aumenta cuando lo regalas. ¡Seguro que los que me conocéis me habéis escuchado en alguna ocasión esta frase! Los que hayáis leído el libro ‘Reilusionarse’ sabéis que dedico un capítulo entero al amor. ¡Podría haber escrito un solo libro sobre el amor! ¡Os lo aseguro! Porque creo que es muy, muy importante en nuestra vida. Y, en ocasiones, no le damos la importancia que se merece.

amor

Me encantaría que cerrarais por un instante los ojos y recordarais lo que sentisteis la primera vez que tuvisteis en brazos a vuestro hijo, la primera vez que os cruzasteis con esa persona que después se convertiría en vuestra pareja, … ¡Un esfuerzo más! ¿Recordáis la calidez del abrazo de vuestra madre o de vuestro padre cuando os arropaba en la cama? ¿Cuándo os llevaba de la mano al colegio?¿Cuando..?

Cuando sentimos amor, todo lo demás desaparece ante nuestros ojos. Sólo nos centramos en esa persona a la que amamos. Hablamos de ella, encontramos el modo de introducirla en nuestras conversaciones, en nuestra vida, en nuestro día a día… ¿A qué sí?

Y de entre todas las formas de amor, uno de los más incondicionales, de los más duraderos, de los casi siempre eternos es el amor de los padres hacia los hijos. ¿No os parece?

Hoy os he querido traer una historia que he leído esta misma semana en un periódico y que nos habla de eso, del amor verdadero de una madre que se ha mudado a una residencia para cuidar de su hijo de 80 años.

“Se trata de la historia de Ada, una madre de 98 años que tuvo un hijo cuando apenas acababa de alcanzar su mayoría de edad. Su hijo Tom ha vivido siempre con ella. No se casó y sus vidas siempre transcurrieron al unísono. Ahora, Tom ha cumplido 80 años y necesita de cuidados médicos específicos y de una atención que su madre no puede proporcionarle. Hace varios meses que tuvo que ser ingresado en una residencia. Y Ada se quedó sola.

Ahora, ya no ha podido soportarlo más y no ha dudado en trasladarse a vivir con Tom a esa residencia en la que recibe cuidados sanitarios. Vuelve a despertarlo cada mañana y a compartir su vida con él, con la persona más importante de su vida: su hijo”.

¿No es precioso? ¡El amor incondicional de los progenitores por sus hijos!

Esta historia me ha recordado un cuento que leía habitualmente a mis hijos:

“En una de las clases de un colegio había varios niños. Uno de ellos preguntó:

-Maestra, ¿qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos esos sentimientos. Los chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:

-Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.

El primer alumno respondió:

-Yo traje esta flor…, ¿no es bonita?

A continuación, otro alumno dijo:

-Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido…, ¿No es gracioso?

Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.

Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.

La maestra se dirigió a ella:

-Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?

La criatura, tímidamente, respondió:

-Lo siento, señorita vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí… Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñaros lo que he traído?

La maestra le dio las gracias a la niña y le puso la nota más alta porque había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón”.

¡¡Esto es amor verdadero y cariño!!

Ahora me gustaría haceros otra pregunta:

¿Cuánto protagonismo tiene el amor en tu vida?

Te aseguro que cuanto más protagonismo tenga, más rica será tu vida. Porque la verdadera riqueza, la que vas a dejar a tus herederos será el amor que has dado, el cariño que has repartido. Así que te invito a que hagas un hueco en tu agenda diaria para el amor, a que dejes de lado por un rato las obligaciones para acostar a tu hija, a que apartes la vista del móvil o del ordenador para mirar a los ojos a esa persona que busca tu complicidad, a interesarte por ese compañero de trabajo que sabes que ésta pasando por un momento delicado, a que pospongas esa cita de trabajo cinco minutos para telefonear a tus ancianos padres o a esos amigos del corazón… ¡Vale la pena! ¡Te lo aseguro!

Porque una vida llena de amor es una vida rica. Cuando das amor, el amor vuelve a ti multiplicado. Y cuando recibes amor…tu vida adquiere todo su significado, más allá de las riquezas materiales que nos empeñamos en acumular.

Te propongo un reto: ¿Y si empiezas a demostrar tu amor? Te aseguro que te sentirás pletórico cuando descubras que has hecho feliz a esa persona a la que tanto quieres y te garantizo que esa muestra de amor volverá a ti multiplicada y que conseguirás tener una vida plena, una vida con significado…

¿Te animas a repartir amor? ¿Te animas a demostrar tu amor? ¿Te animas a vivir el amor verdadero?

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