Cambios para el nuevo año. ¿Qué vas a hacer para cambiar las cosas?

Cambios. Llegamos a esa semana del año en la que nos hacemos esta pregunta: ¿Qué puedo hacer para cambiar las cosas? ¿En qué puedo esforzarme para mejorar mi día a día y el de los demás?
Os invito a reflexionar conmigo y os propongo un reto:
¿Qué vais a hacer para cambiar a mejor las cosas?
Como cada semana, he elegido una fábula que nos puede ayudar en esta reflexión acerca del cambio:
“Una hormiga vivía plácidamente en una montaña de azúcar. Otra hormiga vivía cerca de allí, en un montículo de sal. La hormiga que vivía en la montaña de azúcar vivía feliz, porque disfrutaba de un alimento muy dulce, mientras que la hormiga que vivía en la montaña de sal siempre tenía una terrible sed después de comer.
Un día, la hormiga de la montaña de azúcar se acercó a la montaña de sal para saludar a su compañera:
– ¡Hola, amiga!, le dijo.
– ¡Hola!, contestó extrañada la hormiga del montículo de sal- ¡Que bueno ver otra hormiga por aquí! Comenzaba a sentirme muy sola…
– Pues vivo muy cerca de aquí, en una montaña de azúcar.
– ¿Azúcar? ¿Y eso qué es?, preguntó extrañada la hormiga de la sal.
– ¿Nunca probaste el azúcar? ¡Te va a encantar! Si quieres, ven mañana a verme y te dejaré probar el azúcar.
– ¡Me parece una idea fantástica!, contestó intrigada la hormiga de la montaña de sal.
Al día siguiente, la hormiga del montículo de sal decidió aceptar la invitación de su vecina. Pero antes de partir, pensó en llevar en la boca un poco de sal, por si acaso el azúcar no le gustaba. Así tendría algo que comer.
Después de andar un poco, enseguida descubrió la brillante montaña de azúcar. En lo más alto, estaba su vecina.
– ¡Qué bien tenerte aquí, amiga! Sube, que quiero que pruebes el sabor del azúcar.
– ¡De acuerdo!, contestó la hormiga de la sal.
Una vez arriba, la hormiga vecina le ofreció un poco de azúcar, pero como ella tenía sal en la boca, el azúcar le supo a sal.
– Vaya ¡qué curioso!, dijo la hormiga de la sal, resulta que tu azúcar sabe igual que mi sal. Debe ser lo mismo. Tú la llamas azúcar y yo la llamo sal.
– No puede ser- dijo extrañada la otra hormiga- Yo he probado la sal y no se parece en nada… A ver, abre la boca.
Entonces, la hormiga se dio cuenta de que tenía guardada sal en la boca.
– ¡Claro! ¡Ahora lo entiendo! Anda, escupe la sal y prueba de nuevo…
La otra hormiga obedeció y esta vez sí, el azúcar al fin le supo a azúcar.
– ¡Mmmmmm! ¡Deliciosa! ¡Es una maravilla!!- dijo la hormiga entusiasmada. Y se quedó a vivir con su nueva amiga, disfrutando del maravilloso y dulce sabor del azúcar y de la compañía de la otra hormiga”.
En ocasiones, nos pasa como a la hormiga que vivía en el montículo de sal, ¿verdad? Tenemos miedo a los cambios y, a pesar de que no estamos del todo bien en la situación actual, nos frenamos a la hora de dar el paso y nos aferramos a lo que nos parece más seguro, aunque no nos guste demasiado. ¿Y si ha llegado el momento de cambiar? ¿Y si aprovechamos esta fuerte sacudida para trazar nuevos objetivos, para hacer las cosas de manera diferente?
Mirad, el reto que os lanzaba en el vídeo de Navidad de este año es que te atrevas a ser la persona que te gustaría ser… En el post de esta semana añado que si, para conseguir convertirte en esa persona que tanto deseas, tienes que modificar tu manera de hacer las cosas, ¡hazlo! Quizás es el momento.
Os propongo que escribáis en un papel cuáles son los cambios que creéis que es necesario hacer para alcanzar esa meta. Uno tras otro. Y que les pongáis una fecha. Paso a paso, según vayáis realizando esos cambios, id tachando hasta alcanzar el último. Se trata de ir cumpliendo objetivo tras objetivo, sin prisa, pero con una fecha de acción concreta. Y, para ello, tenéis -tenemos- que hacernos una pregunta:
- ¿Qué es lo que quiero cambiar para mejorar mi vida?
Podemos proponernos modificar tantas cosas… nuestra relación con la familia, nuestra dedicación al trabajo, nuestro propio trabajo, nuestras aficiones, nuestra manera de alimentarnos física y mentalmente… ¡tantas cosas!
¡Y sí! Os aseguro que cambiando cada uno nuestra realidad, ¡podemos contribuir a que cambie la realidad de nuestra casa, nuestro vecindario, de nuestra ciudad, de nuestro país, del mundo entero… ¿Recordáis aquel proverbio chino que dice que el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo? ¡Pues de eso se trata! De acometer pequeños cambios en nuestras vidas para conseguir ser esa persona que tanto añoramos ser y provocar ese cambio necesario en la sociedad actual.
Así que ¡ya lo sabes! Tú puedes cambiar tu jardín, ¿qué es tu jardín…? El sitio donde trabajas, el equipo del que formas parte, la relación que tienes con las personas que convives, la casa en la que vives…, en definitiva…tu mundo ¿Y si dejamos de lamentarnos, de quejarnos de los demás y nos ponemos manos a la obra? ¿Y si este nuevo año que está a punto de comenzar movemos nuestras alas e iniciamos el huracán que puede transformar nuestro mundo personal y nuestro mundo profesional?
¿Te atreves a cambiar a mejor tu vida? ¿Te atreves a cambiar a mejor la vida de los que te rodean? ¿Te atreves a cambiar tu jardín?