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Paciencia y esfuerzo. ¿Qué frutos vas a recoger este Fin de Año?

paciencia y esfuerzo

Paciencia y esfuerzo. Esta semana, la última del año, quiero reflexionar acerca del esfuerzo, pero también de la paciencia y de la confianza. Porque, si sumamos todos estos valores, seguro que, ahora que despedimos el año, podemos recoger muchos frutos o ver los primeros brotes de un proyecto que puede transcender más allá de nosotros.

Y vosotros. ¿Qué habéis conseguido este año por vuestra paciencia, esfuerzo y perseverancia? ¿Qué estáis creando para generaciones venideras?

Para comenzar, os voy a contar la última historia de este año, ‘El hueso de la cereza’, una fábula sobre el esfuerzo.

“Cuentan que caminaba un muchacho por un sendero, comiendo una cereza. Cuando terminó, tiró el hueso de la cereza al camino, y un anciano que le seguía, recogió el hueso y lo enterró en una zona más fértil, al borde del camino. El joven, observando la actuación del anciano, se rio de él:

  • ¡Qué tontería!… ¿Por qué has hecho eso? No veo ningún sentido…

Al cabo de un tiempo, el muchacho volvió a pasar por el mismo camino. En el lugar donde el anciano había enterrado el hueso de la cereza, asomaba un pequeño arbolito. Y allí estaba el anciano, regando el árbol con mucho mimo.

  • ¡Desde luego, mira que eres cabezota!, dijo el muchacho. ¡Eso que haces es un trabajo inútil, una pérdida de tiempo!

Años después, el muchacho, ya mayor, paseaba por el mismo camino. Tenía mucha sed y al llegar al lugar en donde el anciano había plantado el hueso de la cereza, descubrió un árbol frondoso y repleto de frutos. Gracias a las cerezas, consiguió apagar su sed, y pensó, arrepentido, que no debía haberse burlado entonces del anciano, y que se había comportado realmente como un necio. ¡La buena acción del anciano le había salvado de morir de sed!”

Ahora -y tras leer esta fábula- me gustaría que reflexionarais acerca de esas acciones que habéis realizado durante este año, esas que no dan un fruto inmediato pero que, con una buena dosis de paciencia y esfuerzo, han empezado a brotar algunas hojas y otras han dado ya sus primeros frutos. ¡Seguro que podéis encontrar más de una!

Es importante que, en estos tiempos en los que se busca el placer inmediato, la recompensa instantánea, seamos capaces de pensar un poco más allá, en términos de futuro, de recompensas que llegarán siempre, pero de otra forma y que, quizás, no seamos nosotros los que las disfrutemos sino generaciones futuras.

Hay una frase atribuida a Martin Luther King que dice: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”. Y vosotros, ¿lo haríais? ¡Hay que ser muy generoso para ello! ¿Verdad? Pero, sobre todo, hay que ser capaz de disfrutar del momento, de la satisfacción de las cosas bien hechas, de la espera, del orgullo del trabajo realizado…

¿Cómo podemos ser capaces de aplicar esta paciencia y este esfuerzo sin ver resultados inmediatos? Parece difícil, ¿verdad?

  • Lo primero que hemos de hacer es aprender a disfrutar del momento. Del ahora. Del trabajo que estamos haciendo. De los pasos que hemos de dar hasta tener en nuestras manos el fruto de nuestro esfuerzo. Si aprendemos a disfrutar de cada paso, seremos capaces de tener paciencia y de no dejarnos desanimar por las prisas de ver el resultado, por la moda del placer inmediato, de la satisfacción al momento. ¿No es maravilloso cuando somos capaces de ir creando -con nuestro trabajo, con nuestro esfuerzo- ese proyecto final del que vamos a disfrutar y, sobre todo, del que van a disfrutar generaciones venideras? ¡Alégrate de cada paso que has dado! Si, ahora que llega el final del año, no has conseguido alcanzar esa meta que te propusiste… ¿qué tal celebrar todas esas pequeñas metas que hemos alcanzado con nuestro esfuerzo? Disfruta de este momento de satisfacción y sigue adelante.
  • Piensa en lo trascendente de tu obra, de tu trabajo. Porque cualquier trabajo tiene posibilidad de trascender más allá de nosotros. Os lo aseguro. No hace falta ser un gran científico, inventor o un empresario poderoso… nuestras acciones del día a día también influyen en esas futuras generaciones que vivirán con nuestro legado. Piensa en ellas cuando creas que lo que haces no tiene sentido porque nunca vas a llegar a ver sus frutos. Ponte en la piel del anciano que plantó el hueso del cerezo. ¡Por supuesto que sabía que él nunca vería ese cerezo frondoso, que no degustaría el frescor y la satisfacción de comerse una cereza! Pero eso no le frenó. Sabía que habría alguien que disfrutaría de ello.
  • Humildad y generosidad. Ten la suficiente humildad para reconocer el trabajo de los que te rodean. Esas personas que contribuyen o han contribuido a hacer más bonito tu mundo, más fácil tu labor, las personas que han conseguido esa tierra fértil para que tú puedas plantar tu cerezo. Y sé generoso. Comparte tus frutos. Esa es, quizás, la mayor satisfacción que vas a obtener de esa acción de plantar el hueso de la cereza junto al camino.

Y ahora que se acaba el año, que llegamos a la Nochevieja de un año complicado, os animo a que repaséis estos doce meses, que hagáis balance y que os felicitéis por todos esos frutos que han llegado a costa de esfuerzo. Y os pido que esperéis con paciencia esos otros frutos que van a llegar en años venideros.

¿Os animáis a que la paciencia y el esfuerzo guíen vuestras acciones este nuevo año? Os deseo un Feliz Año Nuevo.

 

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