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Volver a empezar. Recuperar el tesoro

Volver. Siempre os digo que me gusta septiembre. Es la oportunidad que cada año tenemos de volver a empezar. Porque es el comienzo de un nuevo curso y es como ese segundo mes de enero en el año. Un nuevo comienzo. ¡Y sí! Cuesta dejar atrás la rutina veraniega, las vacaciones para quien las haya podido disfrutar, el buen tiempo, las charlas sosegadas, el placer de no tener apenas responsabilidades, pero ¿sabéis?, todavía tenemos en nuestras manos un preciado tesoro. ¿Sabéis cuál es? Os invito a descubrirlo en este post con el que comienzo el nuevo curso.

Y, para comenzar este septiembre he escogido un cuento de Jorge Bucay que nos habla de un pescador, unas redes y una bolsa de piedras… ¿Me acompañáis?

“Un pescador iba todas las noches hasta la playa para tirar su red; sabía que cuando el sol sale, los peces van hasta la playa para comer almejas, por eso siempre colocaba su red antes de que amaneciera.  El pescador tenía una casita en la playa y bajaba muy de noche con la red al hombro. Una noche con los pies descalzos y la red medio desplegada entró en el agua. Mientras entraba sintió que su pie golpeó contra algo muy duro en el fondo. Al tocar un poco más, comprobó que eran como unas piedras envueltas en una bolsa.

Al pescador le entró rabia y pensó:

  • ¿Quién es el tarado que tira estas cosas en la playa? … en mi playa. Encima yo soy tan distraído, que cada vez que entre me las voy a llevar por delante…

Así que dejó de tender la red, se agachó y cogió la bolsa para sacarla del agua. La dejó en la orilla y se metió con la red en el agua. Sigue estando todo muy oscuro, así que cuando vuelve a la orilla otra vez se lleva por delante la bolsa con las piedras, ahora en la playa. Y piensa: Soy un tarado.

Así que sacó su cuchillo y abrió la bolsa. Palpando, averigua que hay unas cuantas piedras del tamaño de pequeñas naranjas pesadas y redondeadas. El pescador vuelve a pensar:

  • ¿Quién será el idiota que embolsa piedras para tirarlas al agua?

Instintivamente toma una, la sopesa en sus manos y la arroja al mar. Unos segundos después siente el ruido de la piedra que se hunde a lo lejos. ¡Plup! Entonces mete la mano otra vez y tira otra piedra. Nuevamente escucha el ¡plup! Y tira esta para el otro lado, ¡plaf! Y luego lanza dos a la vez y siente ¡plupplup! Y trata de tirarlas más lejos y de espaldas y con toda la fuerza, ¡plup-plaf!… Y se entretiene escuchando los diferentes sonidos, calculando el tiempo y probando de a dos, de a una, a ojos cerrados, de a tres… tira y tira las piedras al mar. Hasta que el sol empieza a salir. El pescador palpa y toca una sola piedra adentro de la bolsa. Entonces se prepara para tirarla más lejos que las demás, porque es la última y porque el sol ya sale. Y cuando estira el brazo hacia atrás para darle fuerza al lanzamiento el sol empieza a alumbrar y él ve que en la piedra hay un brillo dorado y metálico que le llama la atención. El pescador detiene el impulso por arrojarla y la mira. La piedra refleja el sol entre el moho que la recubre. El hombre la frota como si fuera una manzana, contra su ropa, y la piedra empieza a brillar más todavía. Asombrado la toca y se da cuenta de que es metálica.

Entonces empieza a frotarla y a limpiarla con arena y con su camisa, y se da cuenta de que la piedra es de oro puro. Una piedra de oro macizo del tamaño de una naranja. Pero su alegría se borra cuando piensa que esta piedra es seguramente igual a las otras que tiró. Y piensa:

  • ¡Qué tonto he sido!

Tuvo entre sus manos una bolsa llena de piedras de oro y las fue tirando fascinado por el sonido estúpido de las piedras al entrar al agua. Y empieza a lamentarse y a llorar y a dolerse por las piedras perdidas y piensa que es un desgraciado, que es un pobre tipo, que es un tarado, un idiota… Y empieza a pensar si entrara y se consiguiera un traje de buzo y si fuera por abajo del mar, si fuera de día, si trajera un equipo de buzos para buscarlas, y llora más todavía mientras se lamenta a los gritos…

El sol termina de salir. Y él se da cuenta de que todavía tiene la piedra, se da cuenta de que el sol podría haber tardado un segundo más o él podría haber tirado la piedra más rápido, de que podría no haberse enterado nunca del tesoro que tiene entre las manos. Se da cuenta finalmente de que tiene un tesoro, y de que este tesoro es en sí mismo una fortuna enorme para un pescador como él. Y se da cuenta de la suerte que significa poder tener el tesoro que todavía tiene”.

¿Y vosotros? ¿Os habéis dado cuenta estas vacaciones de que tenéis un auténtico tesoro en vuestras manos? Es la vida. Y cómo vivirla depende de vosotros. Ahora tenéis la posibilidad, la oportunidad de comenzar de nuevo curso y vuestra actitud ante este comienzo va a determinar cómo es este nuevo inicio.

Así que, ¿cuál es tu actitud ante este nuevo curso? ¿Eres de los que se lamentan por volver al trabajo, de los que se quejan porque las vacaciones son cortas o prefieres agradecer todo lo que has vivido en este periodo de descanso y emprender el nuevo curso cargado de energía?

Si quieres algunas claves para tener una buena actitud ante el nuevo comienzo, te aporto las que a mí me ayudan:

  1. Mantén en tu rutina alguna de las nuevas actividades que hayas incorporado durante el verano. Puede que no te sea fácil darte un paseo por la playa, pero ¡seguro que tienes cerca un parque, una vía verde, algún paraje que te permita caminar y desintoxicarte del estrés diario! Si te has reencontrado con la naturaleza durante las vacaciones, no dudes en buscar tu rincón verde en tu ciudad.
  2. Incorpora en tu día a día alguna actividad que te haga feliz, que te haga sentirte como te has sentido estando de vacaciones. No dejes de lado a tus amistades. Recuerda que siguen allí. Intenta buscar tus momentos para estar con ellas. Y haz planes. Porque siempre hay tiempo…
  3. Busca ese tiempo de desconexión entre amigos o con familia. Ese tiempo que tan bien te ha hecho sentir este verano. ¿Por qué no revivir esa experiencia semanalmente? ¡Seguro que familia y amigos lo agradecen!
  4. Emprende ese proyecto que tanto deseas. Ahora estás descansado. Con todos tus sentidos preparados para poner en marcha ese trabajo que has ido postergando. ¡No lo dejes más para otro día! Septiembre es un mes maravilloso para comenzar con nuevas metas.
  5. Lo que tengas que hacer, ¡hazlo! Abandona la procrastinación. Dejar las cosas para mañana lo único que hacen es cargarnos de responsabilidades. Eso sí, valora lo que es importante y lo que es urgente. Para ello es importante hacer listas.
  6. Fórmate. Las personas que no dejan de aprender se mantienen siempre jóvenes. ¿Cuál es tu asignatura pendiente? ¿Cuál es ese estudio que siempre has dejado de lado y que ahora podrías emprender? ¿Qué te apasiona? Hay muchas fórmulas para seguir aprendiendo y la satisfacción de aprender es inmensa.

¿Se os ocurre alguna clave más para empezar el nuevo curso con una actitud que nos haga comernos el mundo? ¿Ya has descubierto cuál es el verdadero tesoro? ¿Vamos a por el nuevo comienzo?

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