¿Conocéis la fuerza del trabajo en equipo?
Trabajo en equipo. ¿Habéis comprobado la fuerza de trabajar en equipo? Con este septiembre de vuelta a la llamada ‘normalidad’ parece que la mayoría dejamos atrás los largos meses de teletrabajo y que comenzamos a volver a nuestros lugares de trabajo. ¡Y no! No quiero decir que, trabajando lejos de las oficinas, centros de negocios, despachos… hayamos dejado de trabajar en equipo, pero seguro que ahora tenemos mucho más presente a nuestros compañeros, ¿verdad?
¿Qué os aporta a vosotros el trabajo en equipo?
Esta semana, para acompañar esta reflexión he escogido un cuento que le contaba a mis hijos cuando eran pequeños para que comprendieran mejor lo que significa el trabajo en equipo. Se titula ‘La escoba y el recogedor’:
“En el jardín de la casa, arrinconados tras un contenedor, escondidos de la vista de los curiosos, había un recogedor y una escoba. La escoba era tremendamente altiva y siempre presumía y se pavoneaba delante del recogedor.
- Mi trabajo es mucho más importante que el tuyo. ¡No hay quién lo discuta!, repetía una y otra vez la engreída escoba.
Una noche, hizo mucho viento y, a la mañana siguiente, aparecieron caídas todas las hojas y ramas secas de los árboles por todo el jardín.
La escoba se levantó enseguida y empezó a barrer, tiesa y orgullosa, todas las hojas y ramas esparcidas por el suelo haciendo un gran montón; pero al no poder recogerlas para echarlas al contenedor, las dejó allí.
- ¿Quieres que te ayude?, dijo el recogedor, ofreciendo su ayuda a la escoba a pesar de todos sus desaires.
La escoba, que era muy soberbia, mirándolo con desprecio, no se dignó a contestarle.
Esa noche volvió el viento, y todas las hojas volaron de nuevo por el jardín, echando a perder el trabajo del día anterior.
La escoba se estiró todo lo que pudo delante del recogedor y, otra vez, empezó a barrer todas las hojas secas amontonándolas en la parte más escondida del jardín, con la esperanza de que no volviera a suceder lo mismo.
- ¿Necesitas ayuda?, le insistió el recogedor, de nuevo.
Como si fuera sorda, la escoba no contestó y se dirigió a su rincón para dormir.
Esa noche, el viento azotó aún con más fuerza que los días anteriores y, hojas, ramas secas, papeles y plásticos volaron por todas partes, dejando el jardín muy sucio.
La escoba, desesperada, miró al recogedor que, esta vez, miró hacia otro lado.
Comenzó a barrer de nuevo cabizbaja y pensativa. Cuando hubo amontonado toda la basura, se decidió a pedir ayuda al recogedor.
- ¿Me puedes ayudar por favor? Nunca voy a terminar de limpiar el jardín sin tu ayuda, admitió por primera vez con humildad.
Entre la escoba y el recogedor echaron todas las hojas al contenedor, que les estaba esperando con la tapa abierta, dejando el jardín muy limpio. Por fin, la escoba tuvo que admitir, que los unos sin los otros, no podrían desarrollar bien su trabajo, y que todos juntos, formaban un gran equipo”.
¡Qué importante es el trabajo en equipo para lograr buenos resultados!
En otras ocasiones, ya hemos abordado la ayuda que supone la colaboración de los demás para llegar a nuestra meta. Y, desde el punto de vista del liderazgo, lo importante que es para un buen líder ser como un director de orquesta y saber coordinar a todos los músicos para lograr una excelente melodía. ¡Pues bien! Ahora que estamos de vuelta, en pleno final de verano e inicio del otoño, me gustaría que nos replanteáramos si sabemos trabajar en equipo, cómo podemos mejorar nuestro papel en esa orquesta y qué nos aporta a nosotros el trabajo en equipo.
Me gustaría proporcionaros algunas claves que pueden ayudarnos en nuestro día a día con nuestros equipos de trabajo:
- Es lo primero. ¿Cómo podemos conocer las necesidades de nuestros compañeros de trabajo si no los escuchamos, si no conocemos sus necesidades?
- Aunar objetivos. ¿Os imagináis que el objetivo de la escoba hubiera sido recoger las hojas y el del recogedor lanzarlas por todas partes? Es necesario que tengamos un objetivo común, de manera que podamos poner las habilidades de cada uno de los miembros del equipo al servicio de conseguirlo.
- Desarrollar nuestra empatía. De esta forma, conseguiremos comprender mejor a nuestros compañeros de equipo. Entenderemos que todos tenemos nuestros momentos complicados y que es necesario respetarlos, al igual que reclamamos que nos respeten a nosotros.
- Ser flexibles. Hemos de ser capaces de adaptarnos a cada circunstancia. Si para alcanzar la meta, hemos de modificar el plan inicial que nos hemos trazado ¿por qué no hacerlo? Puede ser una oportunidad para probar un nuevo método de trabajo que quizás nos pueda servir en el futuro.
- Celebrar los pequeños logros y felicitar a todo el equipo por alcanzarlos. Nunca olvidemos que se trata de un trabajo en equipo y que nuestro triunfo, es el triunfo de todos.
- Aprender de las equivocaciones. Y no dedicar más tiempo a ellas. ¡Nos hemos equivocado! ¡Sí! Tomemos nota de lo que no hay que volver a hacer, pero ¡nada de lamentos ni de recriminaciones!
- Aprender de los demás. ¿Sabéis lo enriquecedor que es un buen equipo de trabajo? Os aseguro que, a lo largo de mi vida profesional, he tenido la suerte de aprender de muchas personas que me han rodeado y con las que he compartido metas comunes.
Todas estas son algunas de las claves fundamentales para generar y trabajar en equipo: escuchar, aunar objetivos, ser empáticos y flexibles, celebrar los éxitos, aprender de lo que no nos sale bien y tener presente siempre qué es lo que puedo aprender de los otros…¡Casi nada!
Y vosotros, ¿conocéis la fuerza del trabajo en equipo? ¿Os atrevéis a ponerla en práctica?