Amor. ¡Qué sensación de satisfacción tan maravillosa para el que lo siente! ¡Y también para el que es capaz de darlo, de repartirlo, de compartirlo! ¿Os parece que esta semana reflexionemos sobre el poder del amor, sobre las satisfacciones que nos produce el sentir amor?

Comienzo con un cuento denominado ‘El portal de oro’:

“En una ciudad nacieron dos hombres, el mismo día, a la misma hora en el mismo lugar. Sus vidas se desarrollaron y cada uno vivió muchas experiencias diferentes.

Al final de sus vidas ambos murieron el mismo día, a la misma hora, en el mismo lugar. Según la leyenda, al morir tenemos que pasar por un gran portal de oro puro, donde allí un guardián, nos hace ciertas preguntas para permitirnos pasar.

El primer hombre llegó y el guardián le preguntó:

• ¿Qué fue de tu vida?

A lo que éste respondió:

• Conocí muchos lugares, tuve muchos amigos, hice negocios que produjeron grandes riquezas, mi familia tuvo lo mejor y trabajé duro.

Entonces el guardián le hizo otra pregunta:

• ¿Qué traes contigo?
• Todo ha quedado allí, no traigo nada, respondió.

Ante esta respuesta, el guardián dijo:

• Lo siento no puedes pasar debido a que no traes nada contigo.

Al escuchar estas palabras el hombre llorando y con gran pena en su corazón se sentó a un lado a sufrir el dolor de no poder entrar.

El segundo hombre llegó y el guardián le hizo la misma pregunta:

• ¿Qué fue de tu vida?

Él respondió:

• Desde el momento en que nací, fui un caminante, no tuve riquezas, solo busqué el amor en los corazones de todos los hombres, mi familia me abandonó y en realidad nunca tuve nada.

El guardián le preguntó:

– ¿Encontraste lo que buscabas?

– Sí, el amor ha sido mi único alimento desde que lo encontré. 

– ¡Muy bien puedes pasar! . . .

Pero ante esta respuesta el hombre dijo:

 

• El Amor que he encontrado es tan grande que lo quiero compartir con este hombre sentado al lado del portal, sufriendo por su fortuna.

Dice la leyenda que su amor era tan grande que fue suficiente para que ambos pasaran por el portal”.

El amor. Crece cuando se reparte. ¿Lo sabes verdad? Me gustaría poneros unos deberes para este verano. ¡Pero no! No hay que asustarse. Porque son unos deberes que os van a resultar muy agradables, que vais a querer hacer y de los que vais a obtener mucho más de lo que deis. Porque ¿no creéis que hacen falta muchas personas como el segundo hombre de nuestra historia? Pues bien, ¿Os atrevéis a ser una de ellas?

Mi primera pregunta para que reflexionéis es la siguiente:

• ¿Qué entregarías tú en ese gran portal de oro?

Difícil, ¿verdad? Pues os animo a llenar vuestras mochilas de amor, de agradecimiento, de generosidad, de solidaridad, de buenas intenciones, de buenas acciones… ¿Cómo hacerlo? Tengo algunas claves que pueden ayudarnos a ser un poco más ricos, ¿os atrevéis con ellas?

• Aprovechemos los días de descanso para dedicar tiempo (de calidad) a esas personas que queremos, que nos quieren, que tanto han hecho y hacen por nosotros y a las que tenemos olvidadas por el día a día, a las que hemos relegado a un segundo plano concentrados en lo material, en el trabajo diario, en la rutina y el estrés. Hay una pregunta que me gusta lanzaros: ¿Hace cuánto tiempo que no te sientas a escuchar a tus padres, a tus hijos, a ese amigo del alma…?
• Acostumbrémonos a expresar nuestro amor. Un ‘te quiero’ sincero, un ‘cuánto me alegro de verte’, un ‘te he echado de menos’…son capaces de llenar de amor y cariño a una persona. Un abrazo sentido, un beso, un apretón de manos… ¿verdad que sois capaces de sentir a esa otra persona cuando os lo da de forma sincera? Me gusta siempre hacer esta pregunta: ¿Hace cuánto tiempo que no abrazas a tu madre o que no le dices ‘te quiero’ a tu padre? Si tenéis la suerte de que están con vosotros ¡hacedlo! El amor hay que gritarlo. Nos hemos acostumbrado a lanzar al aire sin ningún tipo de filtro nuestras quejas, nuestro malhumor, pero todavía tenemos reparos a la hora de demostrar nuestro amor. ¿Qué tal si nos ponemos como tarea de este verano ser capaces de cambiar esta forma de actuar?
• Demuestra tu amor y cariño también a esas personas que tanto lo necesitan. Muchas veces tenemos un compañero de trabajo que está solo, que pasa por un mal momento. Un amigo que atraviesa una situación difícil. ¿Os parece que en lugar de evitarlo le hagamos ver que estamos para lo que necesite? El simple hecho de escuchar a esa otra persona le puede ayudar mucho y es un gran acto de amor: regalar tiempo de calidad al otro.
• Pongamos el corazón en cada cosa que hagamos. Cuando preparemos una comida para nuestra familia o amigos, cuando acompañemos a nuestros hijos o nietos a la playa, cuando compremos para esa cena especial con amigos… Cuando ponemos el corazón en las cosas que hacemos, ponemos amor en nuestra vida, la llenamos de buenos sentimientos y ese amor vuelve a nosotros multiplicado. ¡Os lo aseguro!

Es sencillo repartir amor. Os lo aseguro. Solo tenemos que proponérnoslo. Y el verano, los días de descanso son un buen momento para adoptar este nuevo hábito que mejorará nuestro día a día y, sin duda alguna, el de los que estén a nuestro alrededor.

Y tú, ¿eres capaz de vivir la vida con amor? ¿Te atreves a incorporar el amor a tu día a día?